domingo, 4 de diciembre de 2011

El mundo del regalo

Apenas pasaban unos minutos de las ocho de la mañana cuando entró Rodolfo en la oficina despotricando de la navidad. Es una de esas personas que, si no fuera por sus hijos, en nochebuena y nochevieja cenaría como cualquier otro día. Lo que más le molestaba, según dijo, era la hipocresía característica de estas fiestas.

Foto de Ken's Oven
Me gusta la navidad. Me gusta no tener que ir a trabajar, refugiarme del frío bajo una docena de mantas y comer dulces. Como no soy católico no me siento mal por no estar aprehendiendo el verdadero significado de estas fechas. Disfruto tanto esta época del año que hasta lo peor que tiene -las reuniones familiares multitudinarias- se me hace llevadero.

Supongo que esta año no será muy distinto de los anteriores y las tres frases más repetidas serán las habituales, a saber:

¡Feliz navidad!
¡Feliz año nuevo!
¡Tengo el tique por si quieres cambiarlo!

Porque la navidad es también época de regalos a discreción, como bien se ha encargado de recodarme el periódico de hoy incluyendo un par de catálogos especiales. Es el momento en el que yo me gasto los cuartos en ti y tú te los gastas en mí de modo que ambos acabemos teniendo un trasto más en casa. No obstante al enfocarlo de esa forma se pierde el significado real del gesto. Daniel Hruschka escribe:
«Viewed by a cynical outsider, the transfer of gifts may look like the mere movement of non-usable trifles among people. For example, in one of the most through descriptions of gift givin in a small-scall society, anthropologist Bronislaw Malinowski showed that shell jewelry literally traveled in circles among island traders off the coast of New Guinea. Most Westerners would consider this movement of gifts, called the Kula ring, a program in "re-gifting" taken to extremes. However, in most cases, these and other gifts are not valued for their direct economic uses. Rather, gifts are bestowed as an expression of the giver's feelings and goodwill for his or her partner.»
Según parece las dádivas son una característica universal del ser humano (apud Hruschka):
«Gift giving is probably a universal element of life in human communities and is a hallmark of friendship in Wester society. The HRAF [human relations area files] texts also suggest that giving gifts is an important signal of friendship ina  awide range of human societies (in 60 percent of all societies, no disconfirmations). »
Aunque no es fácil acertar. Como dice Miguel Nadal, regalar cosas es una fuente de problemas. En ocasiones es difícil dar con algo que guste al destinatario, que sea especial. Algo que no acabe aparcado en un rincón o en el fondo del armario -uno de mis compañeros tiene una balda del suyo dedicada únicamente a esconder los horribles jerseys que recibe cada año-. Con tanto estrés parece mentira que sea más feliz el que da que el que recibe.

Para los economistas el mejor obsequio es, sin duda, el dinero en efectivo, porque maximiza la utilidad. Aún así se suele considerar que regalar dinero está feo (apud Hruschka):
«Money is the antithesis of a good gift -it has no extrinsically greater value to any one person than to another, does not require a long search, and can be easily exchanged. Indeed, the ways that people modify money in attempts to make it an appropriate gift provide a window into the symbolic importance of exclusivity in a gift giving.» 
Con todo y con eso sigue siendo una opción bien valorada por el receptor según esta lista de consejos para elegir presentes. Si el lector necesita más orientación puede echar un vistazo a esta otra. Personalmente prefiero agasajar con algo que no deje rastro: comida o experiencias (o ambas a la vez). Así, al menos, no pongo a nadie en el compromiso de vestir, usar o poner a la vista algo que en realidad no le gusta.

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