lunes, 16 de febrero de 2015

Aprendiendo a aprender

Sospecho que, como lectores de este blog, son el tipo de persona que disfruta aprendiendo cosas nuevas, en cuyo caso puede que les interese el MOOC que Terrence Sejnowski y Barbara Oakley ofrecen en la plataforma Coursera titulado Learning How to Learn: Powerful mental tools to help you master tough subjects. Es un curso ligero, sencillo y muy interesante que les recomiendo encarecidamente si están interesados en aprender mejor. Si los MOOC no les interesan, también existe la opción de leer el libro escrito por Oakley A Mind For Numbers: How to Excel at Math and Science (Even If You Flunked Algebra), donde se desarrolla el mismo material.

Siguiendo las recomendaciones de los instructores, en este artículo resumiré los puntos más importantes del curso. Tratar de recordar las ideas fundamentales y revisar el material son –no se cansan de repetirlo– dos actividades fundamentales para consolidar lo aprendido.

Foto de Anne Davis 773

Pensamiento enfocado frente a pensamiento difuso

Existen dos tipos de redes neuronales entre las que el cerebro alterna: la de alta atención y la de estado relajado. Los procesos de pensamiento asociado a dichas redes son, respectivamente, el modo centrado o enfocado (focused) y el modo difuso (diffuse). El modo de enfoque se utiliza para concentrarse en algo que ya está firmemente asentado en nuestra mente, a menudo porque estamos familiarizados con los conceptos subyacentes. Es el modo que usamos, por ejemplo, para multiplicar números. El modo difuso, por el contrario, trabaja en segundo plano, y nos permite adoptar una visión general del problema, así como nuevas intuiciones acerca del mismo. Es la red neuronal gracias a la cual artistas como Dalí alumbraban sus creaciones.

Memoria

Como ya sabrán, existe una memoria a corto plazo, o de trabajo, y una memoria a largo plazo. La memoria a corto plazo es como una pizarra que dispone de cuatro «huecos» en los que almacenar la información con la que estamos trabajando en el momento. La peculiaridad de esta pizarra es que necesita de la repetición para retener la información, o de lo contrario esta desaparecerá. Por otro lado, la memoria a largo plazo es como un gran almacén donde los recuerdos pueden permanecer durante años, a veces sin que nunca sean recuperados.

La manera de mover información de la memoria de trabajo a la memoria a largo plazo es utilizando la repetición espaciada, esto es, repetir un concepto a lo largo de varios días. Dejar pasar cierto tiempo entre cada sesión de repetición da mucho mejor resultado que repetir el mismo número de veces en el mismo día. La razón de ello es que se necesita tiempo para que las nuevas redes neuronales que codifican ese conocimiento se formen y se fortalezcan. La analogía aquí es la de una pared de ladrillo: es necesario cierto tiempo para que el cemento se seque y forme una base sólida. Tratar de aprenderlo todo el día antes del examen equivale a apilar ladrillos sin esperar a que el cemento se seque, algo que da como resultado una estructura frágil que se viene abajo tan rápido como se formó.

Chunking

Un chunk es un trozo de información, algo así como una pieza de un puzzle. Chunking es el proceso mental mediante el cual unimos dichos pedazos de información a través del significado para formar la imagen global. Por ejemplo, las letras l, c, o y a representan cuatro fragmentos de información que pueden unirse formando la palabra cola. Esta compresión de información en base al significado permite que el cerebro opere de forma más eficiente y que la memoria de trabajo pueda gestionar una mayor cantidad de información en esos cuatro huecos que tenemos disponibles.

Uno de los primeros pasos necesarios en la asimilación de conocimientos es la creación de chunks conceptuales. Memorizar hechos desnudos sin entender el contexto es como aprender las letras por separado: no nos hace avanzar en nuestro entendimiento del problema, y tampoco nos permite averiguar cómo encaja con el resto de hechos. Por tanto, es necesario relacionar y entrelazar ideas mediante su significado de manera que el cerebro trabaje con la visión general, sin preocuparse por los detalles.

Quizá se entienda mejor con un ejemplo. Cuando se aprende a conducir con cambio manual, cambiar de marcha es un acto que se divide conscientemente en varias partes (levantar el pie del acelerador, apretar el pedal del embrague, mover la palanca de cambios, levantar el embrague). Con la práctica y la repetición, lo que antes eran movimientos separados se convierten en un único movimiento fluido que ejecutamos de forma inconsciente. De manera similar, cuando uno ha resuelto cientos de ecuaciones, ya no necesita despejar la incógnita paso a paso, sino que puede hacerse de una sola vez.

Procrastinación

Cuando nos ponemos manos a la obra en algo que preferiríamos no estar haciendo (como estudiar o trabajar) se activan las zonas de dolor del cerebro. Eso hace que tendamos a desviar la atención a actividades más placenteras y menos exigentes, como comprobar el WhatsApp o echar un vistazo a Twitter. Vencer este malestar es fundamental para entrar en modo aprendizaje. Por fortuna, es una sensación que desaparece al poco tiempo de estar sumergidos en la tarea.

Todo el mundo siente esta sensación; lo importante es cómo se gestiona. La mejor manera de vencer la procrastinación es, según Oakley, usar la técnica del pomodoro: veinticinco minutos de atención absoluta sin distracciones de ningún tipo, enfocados en la tarea que tenemos que hacer o el material que queremos aprender, seguidos por unos minutos de relajación como recompensa (por ejemplo, navegar por internet).

Dormir

Estar despierto crea productos tóxicos en el cerebro. Durante el sueño, las células del cerebro se encogen, ampliándose el espacio intercelular, lo que permite al fluido cerebral limpiar dichas toxinas. Esta limpieza nocturna mantiene el cerebro sano. Se cree que es la acumulación de toxinas lo que hace que no podamos pensar con claridad cuando no dormimos lo suficiente.

Además de la limpieza de toxinas, durante el sueño se borran de la memoria aspectos triviales, a la vez que se fortalecen las áreas más importantes. Adicionalmente, el cerebro ensaya las partes más difíciles de aquello que estamos tratando de aprender, repasando una y otra vez los patrones neuronales asociados para fortalecerlos.

El sueño es, por último, el modo difuso por excelencia. Se ha demostrado que dormir supone una importante diferencia en la capacidad de comprender lo que estamos aprendiendo, así como de resolver problemas y encontrar soluciones creativas.

Ejercicio

El ejercicio regular supone una notable mejora en la memoria y en nuestra capacidad para aprender. Al parecer, esto se debe a que el ejercicio ayuda a crear nuevas neuronas en las zonas del cerebro relacionadas con la memoria. Tanto el ejercicio aeróbico como el de resistencia (entrenamiento de fuerza) ejercen los mismos poderosos efectos en el aprendizaje y la memoria.

Trucos y consejos

Pon a prueba tu conocimiento constantemente. Apartar la vista del material que estamos estudiando y tratar de recordar las ideas fundamentales es mucho más efectivo que simplemente leer el mismo material una y otra vez. Lo ideal es probarnos en las veinticuatro horas siguientes al estudio, razón por la cual algunos profesores recomiendan rescribir por la tarde los apuntes tomados durante la mañana. Esto ayuda a fortalecer los nuevos chunks que se están formando en nuestra memoria y permite darse cuenta de cualquier laguna en nuestro entendimiento. También nos permite romper la ilusión de competencia (confundir familiaridad con conocimiento) que se forma cuando únicamente releemos el material.

Listas de tareas. Una vez por semana, escribe un breve listado con las tareas para esa semana, con un máximo de unos veinte elementos. Después, cada día escribe una lista de las cinco o diez tareas en las que trabajarás al día siguiente. Actuar así hace que el subconsciente comience a trabajar para encontrar la mejor forma de lidiar con los elementos de la lista.

Haz las tareas más desagradables primero. Es muy recomendable hacer las tareas más importantes y que menos nos gustan las primeras, cuando estamos más frescos. Según Dan Ariely, las dos horas siguientes a habernos despertado son las más productivas, por lo que no deben malgastarse perdiendo el tiempo en tareas que no requieran concentración (como las redes sociales).

2 comentarios:

  1. Que astuto eres, maldito. Nos dices lo de "Sospecho que, como lectores de este blog, son el tipo de persona que disfruta aprendiendo cosas nuevas" y ya nos dejas contentos. ;)

    Pero la verdad es que sí. Se aprenden muchas cosas en este blog. Y se chunkean de puta madre unas con otras. :D

    Buen post!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. xD Bueno, solo sería un halago si se considera que la sed de conocimiento es algo bueno. En cualquier caso no creo que nadie venga aquí por las fotos xDD

      Muchas gracias como siempre, Luis.

      Eliminar