lunes, 14 de marzo de 2016

El término medio

En muchos aspectos soy una persona de extremos, especialmente en las costumbres y las relaciones personales. A consecuencia de ello he oído muchas veces eso de que la virtud está en el término medio, una expresión que debemos a Aristóteles. En su inmortal obra Ética a Nicómaco, el célebre filósofo argumentó:

[La virtud moral] tiene que ver con afecciones y acciones y es en ellas donde hay exceso, defecto y término medio. Por ejemplo, sentir miedo, audacia, deseo, ira o piedad, o, en general, sentir placer o dolor es posible en mayor o menor grado -y en ambos casos ello no está bien-. Pero sentirlo «cuando» y «en los casos en que», y «con respecto a quienes», y «para lo que es» y «como» se debe, eso es el término medio y lo mejor -lo cual es propio de la virtud-.
Iguamente, también se dan en las acciones exceso, defecto y término medio. Y la virtud se ocupa de afecciones y acciones en las cuales el exceso es un error lo mismo que el defecto, mientras que el término medio se elogia y es un acierto -cosas ambas propias de la virtud-. Por consiguiente, la virtud es una cierta condición intermedia capaz, desde luego, de alcanzar el término medio.
De acuerdo con el estagirita, el valor es el término medio entre la cobardía y la audacia, la generosidad es el término medio entre la prodigalidad y la avaricia, la mansedumbre es el término medio entre la irascibilidad y la flema, y así siguiendo para otras tantas acciones y pasiones.

Obsérvese no obstante que cuando Aristóteles hablaba de término medio no solo se refería a una simple media aritmética, sino también al término medio respecto a uno mismo:

Llamo "término medio del objeto" al que está a la misma distancia de cada uno de los extremos, cosa que es una y la misma para todo; y "con respecto a nosotros", aquello que no tiene exceso ni defecto: esto en cambio no es único ni lo mismo en todo. Por ejemplo, si 10 es mucho y 2 poco, se toma el 6 como término medio con relación a la cosa pues excede y es excedido en una cantidad igual; es un término medio de proporción aritmética. Pero con relación a nosotros no hay que considerarlo de esta manera: no porque para uno sea mucho comer una cantidad de 10 minas y 2 sea poco, el entrenador prescribirá 6 minas, pues quizá incluso esto es mucho o poco para quien vaya a tomarlo: para Milón será poco, en cambio será mucho para quien comienza sus ejercicios gimnásticos; e igualmente con la carrera y la lucha. Bien, de esta manera, todo experto rehúye el exceso y el defecto y en cambio busca el término medio y lo elige -pero el término medio no del objeto, sino el relativo a nosotros-.
Imagen de Amir Taj
Esto quiere decir que la virtud no se sitúa en el mismo punto para todos. Si somos personas alocadas que toman riesgos innecesarios, para llegar al término medio habremos de pecar de precavidos mucho más a menudo que alguien cauto por naturaleza. Sin embargo, ambas personas no tienen por qué acabar asumiendo exactamente los mismos riesgos. Quizá con otro ejemplo se entienda mejor. Si el único ejercicio que hemos hecho en los últimos años ha sido correr para coger el autobús, el término medio de nuestro plan de entrenamiento físico ni siquiera se acercará a los veintiún kilómetros (la mitad de una maratón). Igualmente, para un ultramaratoniano esos veinte kilómetros serán poco menos que un calentamiento.

Téngase en cuenta también que, en el marco aristotélico, el término medio no es aplicable a todas las acciones. Por ejemplo, no hay término medio en matar (ibídem Aristóteles):

Mas no toda acción ni toda afección admiten el término medio: en efecto, algunas han tomado su nombre directamente por estar envueltas en la vileza: por ejemplo, la malevolencia, la desvergüenza, el rencor, y, entre las acciones, el adulterio, el robo, el asesinato. En efecto, todas estas acciones y otras tales son censuradas por el hecho de ser malas en sí y no se censuran sus excesos o defectos. No es posible, efectivamente, acertar nunca con ellas, sino siempre errar. Y el «obrar bien o no bien» con respecto a tales cosas no reside en el quién, cuándo, y cómo hay que cometer adulterio, sino que realizar sencillamente cualquiera de estas acciones es errar.

Aristóteles se refería explícitamente al término medio de la virtud moral, pero su filosofía se ha extendido a campos donde su aplicación no tiene por qué ser válida, como la búsqueda de la verdad. Quienes sostienen tesis extremas a menudo ven cómo sus oponentes apelan al término medio, una falacia que tiene nombre propio: argumentum ad temperantiam. Nassim Taleb es una de esas personas con opiniones muy fuertes y alejadas del centro que asegura estar en lo cierto mientras que los demás se equivocan. En su página de Facebook escribió:

A logical error in dealing with the notion of "average" is to think that, in a conflict in which we are outsiders, the middle ground is likely to be right, instead of considering that each side has a 50% probability of being 100% right, and the middle ground is the least likely to be correct.
We make such mistakes in intellectual life but not in naturalistic settings. When you tell people that a woman has 50% percent probability of being pregnant, (50% of being not pregnant) but 0% probability of being half-pregnant, they get it. Replace "pregnant" with "right" and see that you are likely to make the error.
This leads many to avoid barbells by having only "moderate" risks or "moderate" opinions.
The only time I got angry with Robert Shiller was when, in 2006, he said that I was "sort of" right (about the risks in the system) but was too extreme and needed "moderation". Actually philosophers know about fallacy in the "argument to moderation": https://en.wikipedia.org/wiki/Argument_to_moderation
Lo que viene a decir Taleb es que, si yo sostengo que tres más seis es igual a nueve, mientras que uno de ustedes asegura que es once, la respuesta correcta no es diez. Esto es obvio para verdades matemáticas, pero la niebla se espesa según nos alejamos de este campo y entramos en el terreno de la ciencia, las creencias y las opiniones.

Personalmente, no estoy muy seguro de que el término medio sea una filosofía por la que conducirse en todos los aspectos de la vida. Me temo que los mayores logroso de nuestra especie se deben al trabajo acumulativo de personas que se dedicaron en cuerpo y alma a sus campos, desde los Principia de Newton al programa Apolo. En el sector donde trabajo, los mejores (técnicamente hablando) son aquellas personas literalmente obsesionadas con los ordenadores que han pasado incontables horas en soledad practicando y mejorando, renunciando así a desarrollarse en otras áreas de la vida. Como dice el culturista Kai Greene (otro extremista de profesión): «to be average is to be forgotten».

Creo que la figura de Steve Jobs es el arquetipo del genio moderno y revolucionario cuyas contribuciones, por bien que puedan estar sobrevaloradas, son reconocidas por todos. Por lo que tengo entendido, Jobs siempre trataba de imponer su visión; de no haber sido así, es posible que los productos de Apple nunca hubieran destacado. Quizá en el término medio se halle la mediocridad:

«Consensus will only take you to mediocrity», me dijeron los tres. Piensa «fuera de la caja», cuestiona los dogmas porque mantenerte en el consenso, en el rebaño, sólo te llevará a la mediocridad.
Obviamente, si la visión que nos guía está equivocada acabaremos estrellándonos. Lo que todos querríamos es recoger los enormes beneficios de pensar y actuar fuera de la caja sin tener que correr demasiado riesgo. Taleb tiene su propia receta para ello, un sistema que llama «estrategia de la haltera» basado, curiosamente, en evitar todo término medio:

Let us use an example from vulgar finance, where it is easiest to explain, but misunderstood the most. If you put 90 percent of your funds in boring cash (assuming you are protected from inflation) or something called a “numeraire repository of value,” and 10 percent in very risky, maximally risky, securities, you cannot possibly lose more than 10 percent, while you are exposed to massive upside. Someone with 100 percent in so-called “medium” risk securities has a risk of total ruin from the miscomputation of risks. This barbell technique remedies the problem that risks of rare events are incomputable and fragile to estimation error; here the financial barbell has a maximum known loss.

For antifragility is the combination aggressiveness plus paranoia—clip your downside, protect yourself from extreme harm, and let the upside, the positive Black Swans, take care of itself. We saw Seneca’s asymmetry: more upside than downside can come simply from the reduction of extreme downside (emotional harm) rather than improving things in the middle.

A barbell can be any dual strategy composed of extremes, without the corruption of the middle—somehow they all result in favorable asymmetries.
Para Aristóteles, la ética consistía en la formación del carácter de la persona, por lo que sus lecciones versan sobre cómo aprender a tener las emociones adecuadas. Mucho me temo que, como ocurre con muchas tradiciones, la suya ha sido adulterada con el paso del tiempo y aplicada en contextos donde no tiene cabida o donde no es la mejor estrategia a seguir.

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