domingo, 27 de marzo de 2011

Lo bueno, enemigo de lo perfecto


Imagina que haces bien tu trabajo el 99% de las veces. ¿Cuánto estarías dispuesto a esforzarte para llegar al 99,5%? ¿Y para pasar del 99,5% al 99,6%?

Una jefa mía me contó que en su máster les enseñaban que «lo perfecto es enemigo de lo bueno». La vieja historia de los optimizadores frente a los satisfactores. Puedo entender las razones tras esa lección, pero no me parece bien. No creo que sea correcto enseñar a un trabajador a conformarse, aunque (o porque) tu vida se torne más fácil.

Tomaré un ejemplo sacado de la medicina, donde los errores cuestan vidas. Aquí puede verse la tasa de supervivencia de cáncer en adultos españoles entre 1995 y1999. Tomando el conjunto de los tumores, una mejora del 0,1% del tratamiento significaría salvar la vida a 86 personas más en ese periodo. Una de las cuales podría ser tu madre, tu padre, tu pareja o tú mismo. Con el incremento de la incidencia de tumores en una población cada vez mayor, ese 0,1% representa con el tiempo más y más vidas.

Es verdad que no todos tenemos trabajos tan importantes. Es difícil ver la importancia de hacer perfectamente en un empleo de oficina, consistente básicamente en papeleo. Pero sigue siendo nuestra obligación moral:

«en un pasaje de la Metafísica de las costumbres, Kant se interroga expresamente acerca de cuáles de aquellos "fines" habrían de ser tomados por "deberes", a lo que se responde: "La propia perfección y la felicidad ajena"»

(Creo que en el mundo muere un gatito cada vez que un idiota como yo cita a Kant).

Se puede ver desde una perspectiva más mundana y utilitarista, si se desea. ¿Quién no ha deseado una mejor atención a los usuarios, o una administración pública más eficaz? Para obtener el bien común cada uno debe hacer su parte (en el ejemplo del cáncer, un tratamiento se lleva a cabo por un equipo, y el éxito es reponsabilidad de todos). Lo repetiré una vez más: la suma de los comportamientos individuales tiene un gran efecto. Y, además, buscar la perfección es lo correcto (otro gatito menos, me temo).