domingo, 31 de julio de 2011

Grandes argumentos de ayer y hoy

  • Lo he visto en la tele.
  • Lo he oído en la radio.
  • Ha salido en el periódico.
  • Lo he leído en mi horóscopo.
  • Lo dice la Biblia.
  • Lo dice un estudio.
  • Lo he visto en internet.
  • Mi abuela lo hizo toda la vida y vivió más de noventa años.
  • Es light.
  • Lo que no mata, engorda.
  • ¿Has visto alguna vez un funeral de un chino?
  • A mí me vale.
  • A mí no me vale.
  • Cuando el río suena, agua lleva.
  • A mi amigo le pasó.
  • A mí nunca me ha pasado.
  • Es todo natural.
  • Es antinatural.
  • Si no lo haces tú, lo hará otro.
  • Te lo digo yo.
  • «Las mujeres tenemos una hormona que está en menor cantidad»
  • Estaba borracho.
  • Es nuevo.
  • Yo es que soy de letras.
  • Yo es que soy de ciencias.
  • Esto es como todo.
  • De algo hay que morir.
  • Cualquier día te puede atropellar un camión.
  • ¡Buah!

domingo, 24 de julio de 2011

La mala suerte

Hace unos días me tragué unos cuantos vídeos seguidos de Gomaespuminglish para preparar un futuro viaje a Dublín. Una de las lecciones estudiada fue la siguiente:

«Aprendemos las siguientes palabras:
Suerte se dice "luck".
Quemar se dice "to burn". 
¡¡Qué mala suerte!! ¡¡Burn the luck!!
Quema = Burn 
la = the 
suerte = luck
¡Qué mala suerte!! = ¡¡Burn the luck!!»
Conozco algunas personas cuya suerte está más que quemada. Más bien solo quedan cenizas. Una de esas personas fue paciente mía hace algunos años. La mujer en cuestión se llamaba Felicidad, y desde luego no hacía honor al nombre. Frisaría los ochenta años por aquel entonces, era viuda y sus hijos se habían marchado, así que no los veía. En los últimos años le habían quitado un riñón, el apéndice y una parte del hígado. Yo la estaba tratando de su segunda operación de rodilla (la primera fue en la rodilla de la otra pierna). Recuerdo a aquella mujer vestida de negro de los pies a la cabeza, tumbada en la camilla, llorando en silencio y cogiéndome de la mano mientras le supervisaba el TENS. Me quedé un rato sin decir nada, sosteniendo su mano con esa marchita piel que parecía papel. Aquella mujer me daba mucha pena.

Ahora mismo sé de cuatro personas concretamente que, en total, suman dos cánceres, cuatro abortos, tres ingresos hospitalarios por enfermedades graves, ocho millones de pesetas perdidos en una especie de estafa, una casa que nunca llegó a construirse, e incontables cicatrices por procedimientos médicos mal ejecutados. Todas ellas podrían describirse como «buenas personas». Dudo que nadie que las conozca crea que merecen tal castigo.

Pero ahí están, continuamente castigadas. Poco pueden hacer. Solo por azar, algunos viven una vida mejor que otra. Por ejemplo, he aquí cinco filas de cinco columnas de números aleatorios. Cada fila representa una persona, y cada columna un evento en su vida, significando 0 el suceso más triste posible, y 9 el evento más feliz y agraciado posible:


3 2 3 7 5
2 2 3 1 3
2 6 7 0 3
0 8 7 2 6
1 1 2 2 6


Las personas representadas por la segunda y quinta columna podrían corresponder a alguna de las mencionadas anteriormente. Y la causa es únicamente la mala suerte. (Hay que decir que, en la vida real, las probabilidades de los sucesos no siempre son independientes. Si alguien padece una enfermedad grave que necesita muchas pruebas invasivas o un tratamiento duro, es más probable que algo salga mal y entre en una espiral de intervenciones para enmendar el error cometido).

Ante casos como estos a menudo oigo «no es justo». Creo que eso es como decir que un perro «es malo»; simplemente, no es aplicable (a no ser, supongo, que se crea en un algún tipo de deidad o karma). En palabras de Sartre «la justicia es un asunto del hombre». Accidentes y catástrofes, pero también cosas buenas como la lotería, se distribuyen según ciertos patrones que nada tienen que ver con el concepto humano de justicia.

A estas horas, una de las personas a las que me he referido está de vacaciones en una bella isla, disfrutando por fin de un chapuzón veraniego acompañada de sus amigas. Quien le ha regalado tal viaje me dijo «se lo merece». Antes pensaba que eso tampoco tenía sentido. ¿Por superar un duro revés aleatorio mereces un premio? Solo recientemente he descubierto que sí que lo tiene, que realmente se lo merece. Porque, a mi juicio, los grandes regalos (materiales e inmateriales), los cuidados esmerados y el amor en todas sus formas son lo que tenemos los humanos para compensar esos terribles dolores debidos únicamente al infortunio. Es una de nuestras formas de hacer justicia.

sábado, 9 de julio de 2011

Loterías y apuestas del Estado

Esta semana ha llegado a mis oídos, repetido por distintas vías, que ayer se sorteaba el mayor bote acumulado hasta ahora de la lotería Euromillones. No hubo ningún acertante, así que el bote se mantiene:
Foto de Robert S. Donovan 

«En el sorteo de Euromillones de hoy no hubo ningún acertante de Primera categoría, se mantiene el Premio de 185 Millones de euros para el próximo martes 12 de Julio. Los acertantes de segunda categoría han sido premiados con algo más de 4,5 millones de euros»

Tanto dinero para alguien de a pie ¿es un regalo o una maldición? El debate al respecto se está repitiendo en la inefable página forocoches.  Si alguno de mis lectores resulta agraciado quizá debería tener en cuenta el consejo que dio Tim Harford en su columna a un ganador:
«No te preocupes por los amigos. Aunque las cosas no salgan bien, con cien millones de euros en el banco no tendrás problemas para hacer nuevas amistades. Pero haces bien en preocuparte de cómo administrar tus ganancias correctamente.
Si fueras un agente económico racional, instantáneamente optimizarías tus modelos adquisitivos para dar cuenta del enorme aumento de tu límite presupuestario. Evidentemente no lo eres, o ciertamente no habrías gastado dinero en un boleto de lotería, el cual te dio una pequeña oportunidad de ganar un premio que ahora dices que no quieres.
[...] debes adquirir experiencia. Te recomiendo que metas el dinero en un fondo fiduciario con normas vinculantes sobre cuándo puedes retirarlo. El primer año permítete cincuenta y cinco mil euros; con ello solucionarás las preocupaciones monetarias inmediatas y te podrás dar, a ti y a esos queridos amigos tuyos, algún que otro capricho. Después de esta práctica, permítete cien mil euros el segundo año y doscientos mil el tercero. En once años habrás retirado todo el dinero y habrás tenido suficiente tiempo para pensar cómo emplearlo de la mejor manera. Tendrás amigos nuevos y más ricos e incluso puede que hayas conservado alguno de los antiguos»
A veces yo también me pregunto qué haría con tanto dinero. ¿Vivir una vida lujosa?  ¿No parece estar mal quedárselo todo para uno mismo? ¿Entre quién repartir? ¿Dejárselo a tu prole? ¿Repartir solo entre miembros de la familia?  ¿Entre familia y amigos? ¿Hasta qué grado de cosanguinidad o amistad? ¿No habría que donar al menos una parte? ¿A qué? ¿ONG, proyectos de investigación...?

Si bien me imagino cómo lidiar con semejante liquidez, lo cierto es que nunca juego a ningún tipo de lotería. La probabilidad de ganar es demasiado pequeña. Puedo oír, según escribo esto, las vocecillas de mis compañeros cuando les digo que no llevo lotería de Navidad de la empresa. «¿Y si nos toca?» «Pues me alegraré mucho por vosotros», les contesto. Ya nos invitaréis a algo a los pobres (¡ay!, el «y si», que nos come la vida).

Por otro lado, la probabilidad de desarrollar cáncer es de más del 40%, con más de un 20% de posibilidad de morir. Igual sale más a cuenta comprar frutas y verduras en lugar de décimos de lotería.

A veces pienso en las loterías nacionales como en una especie de impuesto sobre la ignorancia matemática. Tengo la impresión de que quien lo más acaba pagando es, precisamente, la gente que más necesita ahorrarse el dinero: gente que trabaja mucho, gana poco, y no tiene suficiente educación. ¿Es lícito que el Estado se aproveche de esos habitantes para recaudar dinero?
«Enganchados como están a ese dinero [de las loterías], los estados no tienen más remedio que seguir bombardeando a sus ciudadanos --sobre todo, a los más vulnerables-- con un mensaje que contradice la ética del trabajo, del sacrificio y de la responsabilidad moral sobre la que se sustenta la vida democrática. Esta corrupción cívica es el daño más grave que producen las loterías. Degradan la esfera pública situando al gobierno en el papel de proveedor de una educación cívica perversa. Para mantener ese flujo de dinero, un buen número de gobiernos estatales de Estados Unidos se ven obligados actualmente a emplear su autoridad en influencia no para cultivar la virtud cívica, sino para vender falsas esperanzas, y deben convencer a sus ciudadanos de que, con un poco de suerte, pueden escapar del mundo de trabajo al que solo el infortunio les ha condenado.»
No obstante, comprar un boleto es también una forma de comprar ilusión. Uno se imagina en la playa, disfrutando de unas largas vacaciones, relajado, con la vida resuelta... Puede que no suponga un problema mientras uno no se gaste en estos juegos más de lo que su economía le permite. Además, el Estado tendría que buscar otra manera de ganar el dinero que saca ahora de los sorteos. En cierto modo, los que no jugamos tenemos carreteras y colegios más baratos gracias a la «financiación» proporcionada por los ilusos.

Viendo las probabilidades, la ganancia esperada en cada sorteo de Euromillones para un apostante es de -2.29 euros aproximadamente. Intuitivamente, esa cantidad semanal no parece precisamente una sangría económica, teniendo en cuenta además lo jugoso del premio. Pensándolo bien, tal vez debería jugar. ¿Y si me toca?

viernes, 1 de julio de 2011

Gestionando Humanos

La gestión de personas, y en mi caso de varios amigos, siempre es un tema controvertido y de amplia discusión. Después de un par de años ejerciendo de "Manager de Humanos" mi amigo Silvio Broca me pidió que escribiera unas líneas sobre mi experiencia personal y la visión que tengo del tema.

He de decir que para mí la forma de afrontar esto es "Las personas están por encima de todo", y a partir de ahí hay varias acciones fundamentales para al menos, desde mi punto de vista, intentar gestionar un equipo humano y no morir en el intento:

1) Máxima: "Las personas están por encima de todo".
Habitualmente se busca el equilibrio entre Negocio y Personas pero esto no es siempre posible. A veces las necesidades de las empresas y de los proyectos tienden a minimizar el valor de las personas en este equilibrio... y el fallo es que sin personas NO HAY NADA. No hay que olvidar que son las personas las que se levantan todos los días a las 06:30 para ir a trabajar y ¡qué menos que disfrutar de un buen ambiente mientras se trabaja, te guste o no lo que haces! No hay cliente importante, sino una persona importante que tiene hacer una serie de trabajos para un cliente.

2) Empatizar.
No hay nada como ponerse en el lugar de los demás para saber cómo les va a afectar la forma en la que planteas las cosas, cómo se dicen, el tono, el objetivo. Esto no tiene mucho más que explicar, es sencillo pero fundamental.

3) Conocer.
Hay que conocer a la gente, y no sólo la parte profesional sino que también hace falta la parte personal. No todo el mundo puede hacer el mismo trabajo. Incluso el mismo trabajo en diferentes entornos/circunstancias necesita personas diferentes. Los factores de presión, lejanía, afinidad con cliente, entorno tecnológico, etc, son fundamentales para tomar las decisiones de quién tiene que hacer qué.

4) Defender.
Tu gente es tu gente. Aquí hay que hacer como la mafia, si tocas a alguien "de los nuestros" estás muerto. Es mejor dejarlo claro la primera vez que te enfrentas a una situación de este tipo.

V) Ser claro.
No todo son risas y chascarrillos. Hay que saber distinguir los momentos y las situaciones. Ésto es algo que no hace falta explicarlo, todas las personas lo entienden si cumples con el resto de puntos.

6) Sentido Común.
¡Ah! Nuestro gran ausente en la vida real. Parece un topicazo brutal... pero es cierto, es el menos común de los sentidos. No hay que tener miedo a hacer las cosas si están justificadas y son nobles (aunque a veces son más "trabajosas" que hacerlo "porque a mí me sale de los huevos y no hay más que hablar").

7) Buen ambiente Vs Seriedad.
Otra vez volvemos a un tema de equilibrio. Como todo lo que no se pone por escrito es algo que hay que manejar con cierto cuidado. Una vez más si cumples con el equipo el equipo cumple contigo.

8) Comunicación.
Todo se resume en "Nunca está de más". Muchos gestores no comentan las cosas con sus equipos porque han pensado previamente por ellos. Error brutal. Jamás hay que mantener conversaciones con fantasmas y sacar conclusiones de ellas. Hay que preguntar, transmitir, etc, forma parte de la obligación.

Hay otras formas de gestionar a las personas, sí, mucho más fáciles, pero no tan gratificantes desde el punto de vista humano... y la buena noticia es que siempre, como mínimo, se consigue el mismo resultado y casi siempre mucho mejor desde el punto de vista profesional!!!!!!

Sólo me queda decir que, siguiendo estos pasos básicos, puedo afirmar con total certeza que ese trato con las personas te enriquece como ninguna otra situación personal o profesional puede hacerlo. Es como vivir varias vidas en una. Cada vez que te preocupas por una persona y consigues tu objetivo... es como si te toca la lotería, vuelves a casa con una sonrisa en la cara pensando en que TÚ, un simple humano, le has alegrado el día a otra persona. Esta es la mayor satisfacción, al menos para mí.

Sed buenos.