lunes, 13 de octubre de 2014

Adaptarse o morir

Hace un tiempo hablábamos del inevitable cambio, ese cambio que experimentamos sin apenas darnos cuenta con el paso de los años y el peso de la experiencia. Hoy hablaremos de aquellos cambios de dirección capaces de dar un giro a una vida u organización.

Por defecto la mayoría de nosotros es resistente al cambio en mayor o menor medida, ya que nos encontramos más a gusto en nuestra zona de confort, zona de la que nos cuesta salir y más aún hacer que salgan otros. Frases como «no me apetece», «no lo necesito», «me canso solo de pensarlo», «otro día»... son algunas de las que nos solemos decir a nosotros mismos ante la visión de un nuevo reto.

Si habéis visto la película Trabajo Basura es probable que os identifiquéis con esta frase:
Ever since I started working, every single day of my life has been worse than the day before it. So every day you see me, that's on the worst day of my life.
Conozco gente que podría opinar lo mismo, incluso seguro que muchos de vosotros os sentís identificados de alguna forma. Al fin y al cabo el trabajo lo es todo. Controla tu felicidad dentro y fuera del mismo.

Foto de allison
Ante esta situación tenemos dos opciones, asimilarlo o cambiarlo. Si optamos por la primera es probable que sea la solución más cómoda para nosotros pero ¿cuantas veces a lo largo de la vida nos arrepentiremos de no haber hecho algo cuando hemos podido? Está claro que la situación actual no nos permite muchos malabarismos laborales y todos sabemos que, por desgracia, pasada una edad ya no es tan fácil empezar de cero en otra especialidad. Lo que es una pena porque desde mi punto de vista sería la solución a la desidia que acaba por apoderarse de la mayoría de nosotros después de años en lo mismo.

Ante esto y, una vez enfrentados a la vida laboral, debemos elegir lo que nuestro corazón nos dice que será lo menos malo a largo plazo (siempre siendo realistas con nosotros mismos). De esta forma se podrán dar las siguientes opciones:

  1. Ya hacemos exactamente lo que queremos seguir haciendo pero aún hay mucho que aprender.
  2. No hacemos exactamente lo que nos gustaría pero estamos dentro del campo profesional adecuado. 
  3. Estamos en un campo profesional diferente y queremos cambiar completamente.

En el primer punto queremos seguir creciendo dentro de nuestra especialidad, ya que seguramente, como en la gran mayoría, haya un largo camino por recorrer dentro de la misma. En ese caso la experiencia nos proporcionará buena parte del camino por sí misma, pero si queremos llegar a abarcar lo máximo posible no será suficiente. Para ello se debería dejar un pequeño porcentaje del día a asimilar nuevos conceptos o practicar con situaciones que sabemos que no nos encontramos habitualmente pero que por nuestra posición es muy probable que un día tengamos que aplicarlo y estar preparados. Algo así como un aprendizaje en forma de X, con varios caminos posibles pero un centro común.

En el segundo punto el aprendizaje sería similar pero con forma de Y. Un camino principal que poco a poco se ha de ir bifurcando en busca de conocimientos más específicos sobre lo que queremos llegar a hacer, pero sin abandonar nunca el que es nuestro principal sustento (mientras lo siga siendo al menos).

En el tercero se asemejaría más a una T, ya que tenemos un camino del que no podemos prescindir pero pretendemos dar un cambio completo. Este es el más complejo de todos ya que sería el único caso en el que todo aquello que podamos aprender no solo no nos aportará nada a nuestra actual labor, sino que además requeriría de una mayor dedicación por nuestra parte.

La idea es, con apenas unos minutos al día, mantener el movimiento en nuestra cabeza de técnicas, ideas o conceptos que eviten el estancamiento y el miedo a enfrentarse a algo nuevo cuando llegue el día. Que siempre llega.

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