jueves, 16 de septiembre de 2010

Tan tonta como cualquiera

Hoy he hecho llorar a una compañera con mis palabras. Obviamente no era mi intención. Lo que yo quería era hacerle reflexionar, pero ha habido una confusión debida al contenido de mi discurso junto con la falta de información no verbal característica de la mensajería instantánea.

La he llamado tonta y hipócrita. Dicho así parece lógico que se enfadara, pero no es algo personal. Todos somos tontos e hipócritas, variando únicamente en el grado o el área al que afecta. Jugamos a la lotería pero fumamos. Nos esforzamos en relaciones de pareja tortuosas. Aguantamos en trabajos que nos hacen infelices hasta que nos echan. Nos quejamos de nuestro cuerpo pero no ponemos remedio. Decimos que queremos una cosa pero nuestras acciones demuestran que queremos otra bien distinta (obras son amores...).

Le he recordado algunos comportamientos irracionales de los que hizo gala en el pasado. Supongo que eso ha revivido malos sentimientos en ella. Al enfrentarnos a lo que no queremos oír, cada uno reacciona según su personalidad. Algunos dejan de escuchar, Otros contraargumentan, intentando racionalizar sus actos a posteriori. Hay quien se enoja. En este caso, hablamos de una chica muy sensible y no me soprende que le haya afectado tanto. La aprecio sinceramente, es una de las pocas personas con las que podría pasar horas sin cansarme de ella. Siendo así debería haber tenido en cuenta sus sentimientos y haber medido mis palabras para no herirla., pero no lo he hecho. Porque soy tonto.

Era una discusión basada principalmente en la guerra de sexos. Personalmente, las mujeres me parecen más hipócritas que los hombres, especialmente en la distancia que hay entre lo que dicen que quieren y lo que eligen realmente. En los hombres esa disonancia cognitiva se me antoja mucho menor. Por supuesto que hay excepciones en ambos bandos, pero lo que importa es la mayoría. Los estereotipos se mantienen porque funcionan, es decir, porque aciertan.

Reconozco que yo albergaba algo de rencor hacia esta persona. Sin embargo, no he sido capaz de hablarlo con ella. Me gustaría decirle que me siento un poco decepcionado, que pensaba que teníamos una relación más cercana. En su cumpleaños yo la llamé, le envié un mensaje y le hice llegar un regalo pensado para ella. En mi cumpleaños solo obtuve una promesa incumplida (que se sumaba a otra que arrastraba desde hacía unos meses). Eso es lo que yo siento, lo cual es evidentemente una versión sesgada y egoísta de los hechos.
Mi sentimiento es irracional (¿alguna vez un sentimiento es racional?). Ella es libre de implicarse en el grado que quiera. Si lo hubiera hecho un hombre no le habría dado importancia. Y sería hipócrita hacer regalos de cumpleaños con la intención de que te lo devuelvan. En las relaciones parece que lo correcto es dar tanto como te devuelven, ni más ni menos. Sin rencores.

Todos somos tontos. El problema es que el genoma no puede adaptarse con la suficiente rapidez para darnos un cerebro acorde con nuestro tiempo. Vivir en el sigo XXI con un cerebro desarrollado hace millones de años es como intentar construir un Airbus con hachas y piedras del Paleolítico.

Así que sí, eres hipócrita y tonta. Como yo. Como tu familia y como la mía. Como todos tus amigos y como todos los míos. Como todos los humanos. Pero no es del todo culpa nuestra. Creo que debemos ser conscientes de los defectos de nuestras herramientas cognitivas y hacerlo lo mejor posible con ellas, aprendiendo a compensar sus carencias.

Qué pena que darse cuenta del problema no sea una solución en sí misma.