Frasier le había prestado a un compañero dos libros de «autoayuda». Martin lo vio y comentó:
-Esos libros no sirven para nada. Si de verdad fueran útiles, la gente no tendría problemas.
-Ese es un argumento estúpido -replicó Frasier-. ¿Acaso no hay dietas y planes de ejercicio que funcionan? Y, sin embargo, sigue habiendo gordos. Quizá el problema no sea que no funcionen, sino que sus enseñanzas no se apliquen.
Niles intervino.
-Aunque en el fondo estoy de acuerdo contigo, papá, concuerdo con Frasier en que tu forma de argumentar es pésima. Me enerva esa clase de razonamiento miope.
-¿Qué quieres decir con razonamiento miope?-, preguntó Martin.
-Me refiero a que tu conclusión no se sostiene, como ha evidenciado Frasier. Ocurre habitualmente en las conversaciones del día a día: se razona de forma pobre, ilógica, falaz sin perspectiva y sin ser consciente de los propios sesgos cognitivos.
Martin puso los ojos en blanco.
-Vale, ya he tenido suficiente. Me voy a por una cerveza.
El padre abandonó la habitación dejando solos a los dos hermanos.
-Hoy mismo me he encontrado otro ejemplo-, continuó Frasier, ignorando a su padre-. Un hombre que decía «si no quieren que vaya a más de 110 km/h en la autopista ¿por qué me venden un coche que puede ir a 240 km/h?». Es tan absurdo como preguntar «si no quieren que mate a nadie ¿por qué me venden un cuchillo tan grande?». Seguro que además es el mismo tipo de persona que pone el grito en el cielo cuando se le prohíbe fumar en bares y restaurantes.
-Bueno Frasier, ya sabes que las reglas personales no son transitivas, ni tiene que funcionar a nivel global; basta con que lo hagan localmente.
-Que la gente es hipócrita, quieres decir.
-Eso mismo.
-Lo peor es que este tipo de sandeces se usan como titulares. La mayoría de la gente toma como cierto todo lo que aparece publicado, sin el más mínimos espíritu crítico.
-Por lo general, los periodistas no tienen tiempo para pensar y, si les preguntas, probablemente te digan que no les pagan suficiente para ello.
-¿Sabes, Niles? Esto me recuerda aquellas palabras de William Harvey: «El vicio, demasiado corriente, de la época actual es exponer como verdades manifiestas lo que son meras fantasías, nacidas de la conjetura y del razonamiento superficial».
-Me temo que eso es tan cierto hoy día como lo era en el siglo XVII, cuando fueran escritas esas palabras.
-En fin. ¿Un jerez?
-Por favor.