domingo, 17 de junio de 2012

5,8 (VI)

El círculo se ha cerrado: hemos medido lo que nos ha parecido como hemos podido, y basándonos en eso hemos establecido unos objetivos como hemos querido, que hemos cumplido retorciendo lo medido. QED.

VI.
«Dadas éstas y otras complicaciones, unos datos buenos pueden estar diciéndonos cualquiera de estas cuatro cosas: a) todo va bien, los resultados están mejorando y los números reflejan lo que pasa; b) los números reflejan lo que pasa en las partes que estamos midiendo, pero no lo que pasa en los demás lugares; c) el resultado, tal como lo estamos midiendo, parece bueno, pero no es lo que parece porque se hacen trampas; d) las cifras son mentira.»
Siendo así las cosas, uno no se extraña cuando se siente como los animales de la granja de Orwell:
«Durante este año los animales trabajaron aún más duramente que el año anterior. [...] A veces les parecía que trabajaban más y no comían mejor que en la época de Jones. Los domingos por la mañana Squealer, sujetando un papel largo con una pata, les leía largas listas de cifras, demostrando que la producción de toda clase de víveres había aumentado en un 200 por ciento, 300 por ciento, o 500 por ciento, según el caso. Los animales no vieron motivo para no creerle, especialmente porque no podían recordar con claridad cómo eran las cosas antes de la Rebelión. Aun así, preferían a veces tener menos cifras y más comida.
Foto de mabelzzz
[...] la vida seguía siendo dura. El invierno era tan frío como el anterior, y la comida aún más escasa. Nuevamente fueron reducidas todas las raciones, exceptuando las de los cerdos y las de los perros. «Una igualdad demasiado rígida en las raciones —explicó Squealer—, sería contraria a los principios del Animalismo». De cualquier manera no tuvo dificultad en demostrar a los demás que, en realidad, no estaban faltos de comida, cualesquiera que fueran las apariencias. Ciertamente, fue necesario hacer un reajuste de las raciones (Squealer siempre mencionaba esto como «reajuste», nunca como «reducción»), pero comparado con los tiempos de Jones, la mejoría era enorme. Leyéndoles las cifras con voz chillona y rápida, les demostró detalladamente que contaban con más avena, más heno, y más nabos de los que tenían en los tiempos de Jones; que trabajaban menos horas, que el agua que bebían era de mejor calidad, que vivían más años, que una mayor proporción de criaturas sobrevivía a la infancia y que tenían más paja en sus pesebres y menos pulgas. [...] Ellos sabían que la vida era dura y áspera, que muchas veces tenían hambre y frío, y generalmente estaban trabajando cuando no dormían. »
Ocurre continuamente. Reduces tu colesterol en sangre a menos de 200 mg/dL y aún así mueres de enfermedad coronaria. Las inversiones calificadas como AAA resultan ser CCC. Los resultados de las encuestas enviadas a tus clientes indican satisfacción pero los empleados que tratan directamente con ellos no oyen más que quejas. Elevas el PIB del país y más gente muere de hambre que antes porque los recursos están mal repartidos. Donde antes la deuda era de 1.000 millones ahora, con un segundo vistazo, es de 3.000. Reduces la listas de espera hospitalarias pero las operaciones siguen sin hacerse a tiempo. Alcanzas el objetivo del 3% de déficit y los problemas económicos siguen ahí. Hay más comida, más coches y más casas pero las personas son cada vez menos felices. Es lo que ocurre cuando tratas de gobernar el mundo a base de hojas de Microsoft Excel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario