Era un médico joven y tal vez otro paciente hubiera interpretado esa necesidad de consultar el libro de referencia como un signo de incompetencia. Creo que David Freedman tiene algo de razón cuando dice que preferimos a los galenos que muestran más confianza en sí mismos:
Imagine you’ve developed chronic back pain, and you decide to get opinions from two orthopedic specialists. The first one examines you, looks at some MRI images, and tells you the following: “I’ve seen many, many cases just like yours, and it’s usually very hard to say exactly what’s wrong. Different treatments work to varying degrees for different people with this sort of problem, it’s very hard to predict which will work for any person, and most of the time none of the treatments is all that successful. I really can’t predict what, if anything, is likely to work for you. I suggest we try treatment A, which usually doesn’t work but which at least tends to work slightly more often on patients like you than do any of the other treatments. Come back in a month, and if it’s working we’ll continue it, and if it isn’t we’ll try something else.” The second doctor examines you, looks at some MRI images, and tells you the following: “I’ve seen many, many cases just like yours, and I can tell exactly what’s wrong with your back. Most patients with this problem respond very well to treatment B, and I’m pretty sure you will, too. Come in once a month for the treatment, and that should do the trick.”En mi trabajo todos buscamos soluciones en Google cada día. Dependemos tanto de él que uno se pregunta cómo era trabajar antes de tener dicha herramienta, a la vez que se plantea si en realidad sabe algo, un sentimiento que he visto expresar con este simpático emoticono:
Which doctor do you go with? When I ask people this question, almost all of them say they’d go with the second doctor. At which point I ask them another question: if you were told one of these doctors had recently been named Wisest Orthopedist of the Year by the state orthopedic society while the other was known to his colleagues behind his back as Bozo the Orthopedist, which would you guess is which? Almost everyone guesses without hesitation that the second doctor is the one who gets no respect. But why would we prefer the advice of someone whose wisdom we’re so quick to question? Apparently we like the second doctor’s advice so much that we’re willing to take a chance on it, in spite of whatever qualms we might have about its reliability.
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| Most days, I've |
| no idea what |
| I'm doin. google |
| quote searches |
| have saved my |
| ass more'n I can|
| count |
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(\__/)||
(•ㅅ•)||
/ づ
Lo hablaba con un compañero hace más de una década. Son tantas las ocasiones en las que para hacer mi trabajo sigo los pasos que ha escrito un internauta desconocido que acabo sintiéndome el hombre en la habitación china. Mi colega sostenía que el hecho de buscar no implica ignorancia supina. Al fin y al cabo, se necesitan conocimientos de base para saber lo que se está leyendo, así como cuándo y en qué situaciones aplicar lo aprendido. También puede ocurrir al revés, es decir, que una persona puede memorizar montones de datos y hechos y seguir siendo estúpida:
Accessing the Internet can actually make people dumber than if they had never engaged a subject at all. The very act of searching for information makes people think they’ve learned something, when in fact they’re more likely to be immersed in yet more data they do not understand. This happens because after enough time surfing, people no longer can distinguish between things that may have flashed before their eyes and things they actually know.
En otra ocasión dos compañeros discutían sobre un curso que uno de ellos había hecho. Él primero sostenía que había aprendido mucho mientras el otro le replicaba que no le habían enseñado nada porque sí, le habían mostrado cómo usar ciertas herramientas, pero no le habían explicado cómo funcionaban estas. Dicho de otro modo, le habían enseñado a conducir pero no cómo funcionaba el motor. Un antiguo colega bromeaba con esto diciendo: «lo que hacemos (programar) es ofimática. Somos iguales que la gente que usa el Word: escribimos para obtener lo que queremos sin saber cómo funciona por debajo.».
¿Hasta qué punto es equiparable la competencia con la capacidad de memorización de datos? ¿Hasta qué nivel es necesario saber cómo funciona algo para considerar que sabemos? Vimos hace unos años que tendemos a confundir familiaridad con conocimiento y que este suele ser mucho más superficial de lo que creemos. Aún así, cabe argumentar que no es necesario ser capaz de conocer los detalles hasta el nivel más bajo. Un médico, por ejemplo, no necesita conocer la dinámica de partículas subatómicas en detalle, le basta con llegar al nivel de las células. Es una falacia muy extendida en mi sector, donde aquellos que mejor se desenvuelven con código cercano a la máquina son considerados más competentes. Creo que eso es un signo de miopía intelectual ya que podemos tener conocimientos a distintos niveles (átomos, células, organismos, ecosistemas; átomos, minerales, rocas, planetas) y los niveles más bajos no son especiales.
Conocer datos y hechos, entender lo que significan, llegar a ellos a través de métodos que tienden a producir datos y hechos ciertos, ser capaz de hacer predicciones acertadas, ser consciente del grado de fiabilidad de lo que se sabe así como de las lagunas en el conocimiento propio... todo esto es lo que distingue al verdadero experto del cuñado. Por contra, repetir como un loro tópicos o lo que se ha leído en un periódico o visto en una web cualquiera sin saber lo que significa es lo que retrata al cuñado.