En muchos casos la respuesta es no, máxime si lo comparamos con nuestras expectativas de hace unos cuantos años atrás y nos damos cuenta una vez más de lo ingenuo que es el ser humano de niño, la época en la que el futuro se vislumbra lleno de grandes y ambiciosos logros personales, profesionales y también materiales.
Pero con el paso de los años, cuando llevas recorrido gran parte de ese futuro y piensas en las decepciones que lo componen, desaparece ese espejismo del pasado y tienes que conformarte en pensar que forma parte del aprendizaje sobre nuestra andadura por la vida. Y ese ronroneo acerca de la felicidad que con tanta frecuencia nos visita, a veces es tan molesto que para intentar que desaparezca tratamos de esquivarlo pensando en otra cosa, pero eso no acaba por funcionar, porque termina regresando y te obliga a reflexionar sobre ello.
Foto de Francisco Muñoz |
Son muchas las barreras a las que tenemos que enfrentarnos y me refiero a la gran cantidad de enemigos que se nos presentan como son el odio, el rencor, la envidia, la venganza, la rabia, la impotencia, la desdicha, la fatiga, el desgaste, la tristeza, los complejos y un larguísimo etcétera, que todos bien conocemos.
Qué lástima el tiempo que se malgasta en pensar que somos desgraciados por no conseguir o no tener grandes cosas y qué triste es darse cuenta que desgraciado te sientes no por la ausencia de ello, sino por la ausencia de los ratos de felicidad que te arrebata una desgracia.
Como soy una persona sencilla y cada vez me conformo con menos, para creer que hay algo de felicidad en mi vida intento, en la medida de lo posible y cuando las circunstancias así lo permiten, alimentar la vida con gestos, detalles y momentos que agraden a los demás, más aún a las personas que quiero y aprecio, pues si así resulta, a mi me agradará aún más, pero para ello es muy importante querer y dejarse querer. De esta forma consigo que esa amarga tarta de cumpleaños tenga un toque de dulzura.
Estas humildes y breves palabras no están ni mucho menos a la altura de las publicaciones del autor de este blog, pero como en una ocasión humildemente él mismo me dijo, lo importante es escribir. Por último, me despido aprovechando este espacio para expresar mi enorme admiración hacia él, mi querido amigo, a quien además quiero, admiro y respeto, y mi agradecimiento por permitirme que comparta con él momentos que contribuyen a que lleguen a mi vida piezas de felicidad. Tu amistad en un tesoro muy valioso.
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