miércoles, 1 de febrero de 2012

En el fondo del pozo nos encontraremos (VI)

Lea la primera, segunda, tercera, cuarta y quinta parte de esta serie de artículos.

Hasta ahora hemos visto la depresión principalmente desde el punto de vista del enfermo, pero la enfermedad afecta también a quienes le rodean. Esas personas pueden echarle una cuerda al deprimido para ayudarle a salir del pozo. La gente del entorno es el ingrediente principal de la socioterapia.

Unas palabras de precaución, en primer lugar. Tanto familiares como amigos deben tener claro que ellos no son terapeutas. El lugar para hablar de la enfermedad es la terapia. El tiempo con las personas queridas debe usarse para que el enfermo desentumezca el cerebro. Que vea, sienta, saboree, huela cosas distintas, situaciones nuevas, lugares inéditos. No es que se trate de ignorar al elefante en la habitación, sino de evitar que se refuerce el círculo vicioso de pensamientos del individuo acerca de su situación.

El papel de la familia es complicado. Para empezar deben convivir con una persona deprimida, lo que requiere enormes cantidades de paciencia. Los deprimidos son sumamente egoístas y agotadores, siempre pensando en círculo. Tratar con ellos puede ser muy frustrante. Sin embargo, son parte importante de la recuperación.

La familia debe proporcionar apoyo, cariño y seguridad. Sin embargo no debe ser sobreprotectora, procurando que la experiencia del enfermo no sea demasiado cómoda. Por ejemplo, no hay que eximirle de todas sus responsabilidades de la vida diaria.
Para recuperarse de la depresión es importante recuperar los horarios y las rutinas, algo en lo aquellos que conviven con el enfermo pueden presionar. Si se las deja a su aire normalmente las personas deprimidas pasan demasiado tiempo durmiendo, encerradas y a solas.

Adicionalmente, los familiares pueden ayudar al médico aportando su visión del estado de la persona, y recibir de él orientación sobre cómo comportarse para ayudar mejor.

Los amigos, por su parte, son capaces de hacer que el individuo recupere el disfrute de aquellas actividades sociales que antes eran placenteras para la persona:
Algunas personas deprimidas tienen dificultades para experimentar placer alguno, y sus sistemas apetitivo y consumatorio no funcionan. No pueden imaginar pasarlo bien y, si se les arrastra a comer fuera o a realizar cualquier actividad placentera, no la disfrutan. Pero algunas personas deprimidas logran animarse si se les obliga a salir, porque aunque su sistema apetitivo no funciona, sí lo hace el consumatorio.
De modo que la simple recomendación que suele hacerse de «salir» es acertada. Quedar regularmente con los amigos forma parte del plan de actividades agradables que suele prescribirse durante la terapia. La premisa es disfrutar y pasarlo bien, no formar un círculo de compasión en torno a la situación del sujeto. Evítese en lo posible el alcohol en estas citas, ya que deprime el sistema nervioso y puede tener malas consecuencias al mezclarse con medicación antidepresiva. Y óptese con asiduidad por actividades deportivas, ya que hay que pruebas de que el ejercicio aeróbico es eficaz como tratamiento.

Continuará.

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