domingo, 4 de marzo de 2012

Historias del cambio y del adiós (III)

III. TuVida S.A.

Echemos un vistazo a la siguiente gráfica, que podría representar la satisfacción de una relación amorosa o el éxito de una carrera profesional a lo largo del tiempo:


Pareciera que los mejores momentos ya hubieran pasado y fuera hora de cerrar esa etapa. Quizá alguien se haya llevado el queso.
Supongamos que el lector se «adapta» al cambio y abandona el barco (corta la relación o cambia de trabajo). Obsérvese a continuación la gráfica ampliada en el tiempo, que muestra lo que hubiera ocurrido de haber continuado por el mismo camino:


Resulta que después de todo la cosa mejoró hasta niveles nunca vistos.

Es hora de desvelar a qué pertenecen las gráficas anteriores:


Se trata de la cotización en bolsa de Apple, Inc (NASDAQ: AAPL) durante los últimos cinco años. Hace poco nadie daba un duro por esta empresa; ahora la situación es bien distinta. Quizá los que se marcharon a buscar «Queso nuevo» estén arrepentidos de su decisión. A los que se quedaron, aunque lo hicieran por razones incorrectas, les ha ido bastante bien.

Compárese la evolución de Apple con la de Microsoft Corporation (NASDAQ: MSFT), empresa que se recuperó tras una gran caída entre 2008 y 2009:



Se considera que Bill Gates hizo su jugada maestra en la década de los 80 al no vender su software MS-DOS a IBM, sino que permitió su uso a dicha empresa mediante licencias, manteniendo Microsoft el copyright. El gigante azul pensaba que el negocio estaba en el hardware y no vio problema. Gates, por su parte, creía que otros fabricantes clonarían el PC de IBM. Finalmente Bill tuvo razón y a finales de los 90 era el hombre más rico del mundo. Al parecer el negocio no estaba en el hardware, sino en el software.
No obstante, se diría que ahora han cambiado las tornas. En 2012 el iPhone, hardware, da más dinero a Apple del que gana Microsoft en total (principalmente con su software). A veces la tortilla se da la vuelta de formas inesperadas. La compañía de Gates intentó sacar su nuevo queso del hardware (con reproductores MP3, teléfonos, etc.) y se pegó una hostia de campeonato. Al final volvió a sacar su queso de donde lo estaba obteniendo antes. Digamos que cambió su método de extracción. Y ahí siguen. El entrenador Taylor tenía razón al decirle a Saracen «No te quedes pasmado. Lucha por lo tuyo».

Por último, véase la trayectoria de Eastman Kodak Company (OTCQB: EKDKQ):



La primera gráfica es su cotización durante los últimos cinco años, y la segunda su cotización durante toda su historia. La marca otrora sinónimo de fotografía (¿recuerda el lector los «momentos Kodak»?) anunció hace poco que dejará de fabricar cámaras. ¿Desaparecerá o encontrará algún producto nuevo o servicio que la salve?

En cierto modo, todos somos accionistas de nuestra propia vida. Igual que aquellos que invierten su dinero en Apple, Microsoft o Kodak, todos invertimos capital en forma de energía mental y física, tiempo y demás en aquello que hacemos, con la esperanza de obtener dividendos futuros. Y de la misma forma que no hay un método fiable para saber cuándo comprar acciones y cuándo venderlas para maximizar el beneficio, tampoco lo hay para saber cuándo ha terminado realmente una etapa. A veces pelear da resultado, pero otras veces no -algo de lo que ya hablamos en su día-. Viendo las gráfica de Apple ¿cuántas veces nos habría dicho Coelho que era hora de recoger y marcharse? Aunque la tendencia general es de subida, hay montones de bajadas por medio, algo que ocurre con un montón de cosas en la vida. Pocos procesos son lineales a largo plazo. Y lo que es peor, debido a la ilusión del foco una pequeña bajada como la de 2010 se vive en el momento en que ocurre de forma exagerada, magnificada, exactamente igual que si hacemos zoom sobre esa zona del dibujo:



Es decir, pinta mucho peor de lo que acaba siendo en realidad si lo vemos a largo plazo.

En resumen, nunca podemos saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Lo que sí podemos hacer es tener en cuenta nuestro sesgo de aversión a la pérdida si estamos considerando un cambio. No deberíamos permanecer en algo exclusivamente porque ya hayamos invertido mucho tiempo, dinero o esfuerzo. Eso sería insistir en el error. Aunque -quién sabe- igual te sale bien.

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