En el lado opuesto a las enseñanzas explícitas se hallan las omisiones, es decir, todo aquello de lo que no me advirtieron. Seguro que ustedes también querrían poder hablar con su yo pasado para sugerirle un par de cosas en aras de una vida más satisfactoria, transmitirle lo que llevan aprendido en su existencia presente para ahorrarse alguna hostia. Si yo pudiera hacerlo esto es lo que me diría. Notarán que algunos de los consejos que van a leer pueden considerarse contradictorios. No hay nada extraño en ello: las normas generales no son infalibles, y por ende no son aplicables en el cien por cien de las ocasiones. Puede haber matices y circunstancias adicionales que desaconsejen su uso. Decidir qué regla utilizar en qué situación queda a criterio de uno mismo.
Las notas no importan (casi nunca) más allá del aprobado. Un expediente brillante solo es necesario o útil en circunstancias muy concretas (cuando uno quiere optar a un puesto en Wall Street, por ejemplo), pero en la inmensa mayoría de ocasiones son irrelevantes. El éxito en el sistema educativo no es un indicador de capacidad personal ni sirve para pronosticar un próspero o nefasto porvenir.
Ninguna buena acción queda sin su correspondiente castigo. Es una mera cuestión de probabilidad, como dice Kahneman:
«I had stumbled onto a significant fact of the human condition: the feedback to which life exposes us is perverse. Because we tend to be nice to other people when they please us and nasty when they do not, we are statistically punished for being nice and rewarded for being nasty.»«Cada cual para sí, zagal», le advertía el capitán Alatriste al joven Íñigo Balboa. Aunque les parecerá mal, nadie te culpará por preocuparte únicamente de ti mismo: es lo que todos esperamos que los demás hagan. Por contra, si quieres hacer algo bueno por alguien, tú verás. No esperes nada a cambio, ni siquiera un simple gracias. Primero, porque los actos de bondad deben hacerse por sí mismos, no por la recompensa. Segundo, porque la mayoría de nosotros somos unos desagradecidos. Algunas personas incluso te rechazarán directamente de mala manera cuando quieras ayudarles o tener algún detalle. Si no puedes soportar la ingratitud tienes dos opciones: aguantarte o no molestarte en dar.
Leer el periódico es perder el tiempo. «What about the need to be informed in order to be a responsible citizen?» le preguntaba Barbara Ehrenreich a una persona que había decidido dejar de ver las noticias sobre la guerra de Iraq. El hecho es que no vas a obtener información a base de leer la prensa diaria. Casi todo es ruido, relleno, como esos capítulos de Naruto en los que usan sus técnicas ninja para ganar una competición de Ramen. La mayor parte de lo escrito en prensa es irrelevante, sesgado, incorrecto o pura mentira.
No des lecciones a los demás si no te han preguntado. El equivocado podrías ser tú. Y, aunque estés en lo cierto, a nadie le gustan los sabiondos ni los presumidos. Si, verbigracia, les hablas de las bondades de las dietas bajas en azúcar o sin gluten te despreciarán con algún cliché manido del tipo «¿y lo rico que está?», «la vida es para disfrutarla» o «de algo hay que morir». Si le sugieres a alguien una manera de hacer mejor su trabajo te mandará a freír espárragos (cuanto más incompetentes somos, más ciegos estamos ante ese hecho). Y si –lo que es aún peor– pretendes que los demás actúen de cierta forma mejor será que te estés aplicando el cuento (aunque desde el punto de vista lógico eso sea irrelevante).
Alcohol. La costumbre de embriagarse con los amigos debe de ser tan antigua como el descubrimiento del alcohol por parte del hombre. Asume que si no participas te dejarán de lado, y que acudir a una reunión social de ese estilo y abstenerse del alcohol es como ir a una orgía y no quitarse la ropa. No viene a ser lo mismo. Es mucho más aburrido. Y es raro. Y a nadie le gustan los raros.
Empieza a ahorrar cuanto antes. Construir un capital activo que genere intereses suficientes para lograr la independencia financiera lleva tiempo, sobre todo cuando tu sueldo es una miseria. También necesitarás un colchón para imprevistos y otro para la jubilación. Para ahorrar no es necesario llevar una vida miserable, solo prestar atención a la manera en que gastas el dinero.
Tus amigos son aquellos que te tratan mejor de lo que te mereces. Da igual lo tonto, aburrido, desagradable, maquiavélico o mezquino que seas, siempre encontrarás a alguien que te apreciará a pesar de tus defectos y te dará más de lo que tú a él (o ella). Es la parte positiva de que haya gente para todo.
No te creas nada de lo que te dicen. El escepticismo es una buena heurística en general, no solo en ciencia. Hablar no cuesta nada. Las personas no somos conscientes de nuestros autoengaños y contradicciones internas. Hablamos para defender nuestros intereses. Hablamos para persuadir a los demás. Los actos son mejores portadores de información: hablan por sí mismos. Como dice el refrán, obras son amores y no buenas razones.
Los expertos de radio y televisión no tienen ni idea. Están en antena porque dan juego, no porque sus pronósticos sean acertados o sus razonamientos incólumes. «El periodismo», escribe Nassim Taleb, «es puro entretenimiento, y no una búsqueda de la verdad, sobre todo cuando se trata de radio y televisión».
Cuidado con el individualismo. Si tus amigos se tiran por un puente, considera seriamente hacerlo tú también. «Failing in a herd rarely has adverse consequences», que dice Raghuram Rajan. Formar parte de la manada tiene muchas ventajas. No sale a cuenta ser un bicho raro.
No engordes durante la adolescencia. Cargarás con los adipocitos extra el resto de tu vida. Cuanto menos azúcar consumas, mejor. Nada de chocolate con menos del 70% de cacao (no te preocupes, te acostumbrarás al sabor y con el tiempo podrás elegir una variedad cada vez más pura).
Aléjate de las drogas. No solo de las recreativas, sino de los medicamentos en general (a no ser, obviamente, que sean imprescindibles, lo que ocurre menos a menudo de lo que pensamos). El negocio farmacéutico encierra muchos riesgos ocultos en sus productos. Es mejor aguantar un dolor si es posible y corregir la causa del mismo que tragar un cóctel de paracetamol, ibuprofeno y metamizol.
Cuidado con seguir las normas. A menudo están puestas para proteger el statu quo. Otras veces los resultados no son los que se dan por sentado. Se suponía que estudiar para obtener una licenciatura llevaría a conseguir un buen trabajo con el que poder comprar una casa para tu familia. Que se lo digan a los españoles.
Es inútil tratar de agradar a todo el mundo. Haters gonna hate, que dicen por la internet: algunos te odiarán hagas lo que hagas, digas lo que digas (o hagas lo que no hagas y digas lo que no digas). Además de eso hay quien se comporta como si fuera la última coca-cola del desierto y se aprovecha de tus ganas de caer bien. Ándate con ojo o te explotarán, dejándote seco física, emocional y financieramente.
No seas nenaza. Los hombres no lloran. La autoconsciencia, el hecho estar conectado con el mundo interior de tus sentimientos, no es una cualidad bien valorada. La sociedad no es tan tolerante con esto como se supone.
La vida no es una serie de televisión americana. Aquellas escenas en las que dos personajes hablan de sus sentimientos y solucionan sus problemas de forma razonable son tan inverosímiles como el argumento de The Walking Dead. Tratar de discutir asuntos emocionales es absurdo y estéril en la mayor parte de los casos.
Esta es mi lista (por ahora). Obviamente es un reflejo de mis experiencias y muestra mis cicatrices. No trata sobre hacer lo correcto, sino de cómo compensar mis debilidades para ir tirando sin tanta acrimonia. Me encantaría saber qué se dirían a ustedes mismos. Compártanlo en los comentarios si lo creen conveniente.
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