lunes, 30 de diciembre de 2013

Un año de libros (edición 2013)

Como cada año les traigo la lista de los mejores libros que han pasado por mis manos durante los últimos doce meses. Este año ha cundido más bien poco pues he dedicado parte del tiempo que solía asignar a la lectura a otros menesteres intelectuales, tales como los cursos gratuitos de Coursera. Ello no obstante aún puedo ofrecerles un surtido florilegio de recomendaciones que espero sean de su interés. Recuerden que la lista completa de lecturas está disponible en nuestra estantería de anobii. Y si quieren hacer su propia recomendación pueden hacerlo en los comentarios.
Foto de shutterhacks

“Pensar rápido, pensar despacio”, de Daniel Kahneman. Si solo van a leer un libro de no ficción en su vida, que sea este (con su millar de páginas estarán entretenidos una buena temporada). Esta obra es el resultado de más de treinta años de investigación sobre la cognición humana en colaboración con el difunto Amos Tversky. Una lectura imprescindible para entender cómo pensamos y averiguar, entre otras cosas, por qué todo el mundo es idiota. Una obra maestra por su contenido que a buen seguro pasará la prueba del tiempo.

“Lo que el dinero no puede comprar”, de Michael Sandel. El argumento de Sandel es sencillo: hay cosas con las que no se debe comerciar porque hacerlo implica no valorarlas apropiadamente, como sucede con los seres humanos. A través de multitud de ejemplos tomados de Estados Unidos, donde todo parece estar en venta (puestos en colas de espera, asientos en las sesiones del Congreso, nombres de estadios, sangre humana, espacios publicitarios como coches de policía y el propio cuerpo), el filósofo norteamericano nos habla de cómo comercializar algo lo degrada y cambia nuestra actitud hacia el objeto comercializado, lo que constituye uno de los grandes peligros de las sociedades de mercado.

“The signal and the noise”, de Nate Silver. Silver es conocido en Estados Unidos por su tino con los resultados de las elecciones presidenciales. En 2008, gracias al modelo desarrollado por él mismo, acertó el partido ganador (demócrata o republicano) en 49 de 50 estados; en 2012 predijo correctamente el bando vencedor en los cincuenta estados. Estadístico de formación, empezó desarrollando un modelo de análisis de jugadores de baseball para predecir el futuro rendimiento de pitchers y catchers. En este libro Silver analiza el mundo de la predicción y la dificultad de elaborar modelos útiles (es decir, que acierten) en áreas que van desde el tiempo en su ciudad y los terremotos hasta el póker (donde el autor ganó unos cuantos miles de dólares) y el cambio climático, pasando por la economía y el terrorismo. Muy interesante.

“Por qué mentimos... en especial a nosotros mismos”, de Dan Ariely. Otro libro donde Ariely expone el resultado de sus investigaciones y el de sus colaboradores, esta vez centrándose en la deshonestidad. La conclusión de Ariely es clara: solo unos pocos se atreven con los grandes desfalcos, mientras la inmensa mayoría de nosotros hacemos trampa, robamos o mentimos solo un poco, lo justo para poder permitirnos racionalizarlo y no afectar a la imagen que tenemos de nosotros mismos como buenas personas. Si bien creo que Ariely a menudo llega a conclusiones que no se pueden extraer de sus experimentos con tanta alegría como lo hace no deja de ser una lectura entretenida y reveladora.

“Mala farma”, de Ben Goldacre. Todos los problemas de la investigación médica y las malas prácticas de las empresas farmacéuticas puestos sobre la mesa y explicados con maestría para el lego en la materia. Tras haberlo leído entenderá por qué se retiran tantos medicamentos del mercado, y quizá reconsidere su tendencia a tirar de medicamentos ante el menor malestar.

“My life as a quant”, de Emanuel Derman. Derman trabaja como analista cuantitativo, es decir, es uno de esos físicos que trabajan elaborando modelos de trading con los que bancos del estilo de Goldman Sachs hacen dinero. Además del interés personal que tengo en el mundo de la física y las finanzas, la biografía me conmovió. Este físico de origen sudafricano llegó a Wall Street rebotado del mundo académico, donde no pudo hacerse un hueco en el ámbito de la física teórica. De dedicar su tiempo a desentrañar los misterios del universo y trabajar en lo que realmente le interesaba pasó a ser «como el resto», un proletario a bordo de su coche cada mañana camino a una oficina donde debe hacer lo que su jefe le ordene por dinero.

“Imposibilidad: los límites de la ciencia y la ciencia de los límites”, de John D. Barrow. Hay quien opina, como Matt Ridley, que la ciencia nos puede sacar de cualquier apuro dado el tiempo suficiente. Este libro explora los límites del conocimiento humano y nuestras capacidades científicas. El cerebro humano no evolucionó para descifrar los misterios del cosmos, por lo que no sería de extrañar que nuestras capacidades cognitivas sean insuficientes para completar dicha tarea. Los grandes descubrimientos científicos cada vez tardan más en llegar y requieren más trabajo. Barrow examina nuestras limitaciones en tanto que humanos, las limitaciones de la informática y los límites impuestos por las propias leyes físicas. El futuro de la ciencia depende de si nuestras capacidades tienen un tope y de si hay o no una cantidad infinita de información fundamental sobre la Naturaleza.

“The Sports Gene”, de David Epstein. O por qué los jamaicanos son los mejores esprinters y los keniatas los mejores corredores de fondo, y por qué hay gente que con muy poco entrenamiento puede establecer un récord mundial. Una lectura fascinante que mezcla ciencia, deporte, historia y fisiología y que, de paso, deja patente lo poco que sabemos todavía sobre la interacción genes-entorno y el peso relativo de cada factor en el resultado final de nuestro desarrollo.

“Cuando los físicos asaltaron los mercados”, de James Weatherall. Otro libro sobre física y finanzas. Si bien no es lo que esperaba (no da detalles sobre los métodos actuales y el high frequency trading) me ha parecido muy bueno. El autor cuenta cómo se ha ido integrando la física en los mercados, desde los primeros modelos simples de Bachelier hasta la más reciente Prediction Company, pasando por Merton, Black y Scholes, Mandelbrot y Sornette. Los modelos utilizados por los analistas cuantitativos han sido duramente criticados tras la crisis financiera de 2008. Este libro, en la línea de The signal and the noise pone un punto de cordura en la discusión: algunos modelos son útiles, siempre y cuando no se pierdan de vista las premisas que lo sustentan y se utilicen en situaciones que no concuerdan con las simplificaciones que se asumen. Los problemas surgen cuando se utilizan a ciegas o no se respetan sus límites.

“Lo que el cerebro nos dice”, de V. S. Ramachandran. Ramachandran es bastante conocido por su anterior libro Fantasmas en el cerebro y su trabajo con los miembros fantasma. En este trabajo síntesis de sus investigaciones habla del funcionamiento del cerebro desde el punto de vista de la neurociencia cognitiva. Miembros fantasma, visión, autismo, lenguaje, belleza, humor, introspección y conciencia son los temas tratados en un recorrido muy interesante e instructivo.

“The Antidote: Happiness for People Who Can't Stand Positive Thinking”, de Oliver Burkeman. Aunque nació con un objetivo loable la psicología positiva parece haber contaminado la cultura occidental con la idea de que siempre hay ver el lado bueno y pensar en positivo, so pena de terribles consecuencias en caso contrario. Por otro lado, dada nuestra tendencia a pensar en términos de para lograr x debes hacer y abundan los manuales sobre cómo lograr la felicidad haciendo tal y cual. Burkeman, por el contrario, explora el camino opuesto, aquello que los clásicos llamaban via negativa: dejar de buscar la felicidad activamente y permitir que brote de forma natural. En lugar de obligarnos a ser optimistas y sentirnos fracasados cuando no lo logramos es mejor dar un paso atrás, tomar distancia con nuestros pensamientos, afrontar las dificultades con estoicismo, soltar el control y abrazar la inseguridad y la incertidumbre. Un libro recomendable para todo el mundo, pero en especial para aquellos que –como yo– poseen un temperamento más bien pesimista y poco festivo al estilo del grumpy cat. Oliver Burkeman escribe realmente bien y argumenta aún mejor, no dejando ningún argumento sin explorar.

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