lunes, 13 de enero de 2014

Tu entrenador personal (I)

Si se han subido a la báscula últimamente, es decir, recién acabada la época navideña tal vez haya aparecido en la pantalla de dicha báscula uno de esos mensajes que dicen los chistes como «por favor, suban de uno en uno» o «continuará». Quizá su caso no sea tan grave y lo único que vean es un número ligeramente superior al de la última vez. Como saben, eso puede significar varias cosas. Una posibilidad es que la fuerza de la gravedad que ejerce la Tierra haya aumentado, posibilidad que he descartado tras comprobar que mi gata sigue pesando lo mismo tras la fiestas. Otra opción es que, dado que E = mc2, su aumento de peso se deba a un incremento de masa causado porque se están moviendo a mayor velocidad. Por supuesto, también puede ser que sus adipocitos hayan crecido por encima de sus posibilidades ante la abundancia de calorías. No obstante, quizá nuestra osamenta haya engrosado. Va a ser eso. Hay que pensar siempre en positivo ¿no?

Foto de Brisbane City Council
Sea porque reconocen que han engordado o porque lo hayan incluido (¿de nuevo?) en su lista de propósitos para el nuevo año, tal vez estén pensando en ponerse en forma. Puede que sean uno de entre tantos otros que este mes se dirige al gimnasio a sudar de forma previsible y honorable para expiar sus pecados de gula, un proceso cuyo devenir habitual es descrito con maestría por Purificación García, más conocida en internet como Señorita Puri:
«Toda forma de bajar peso, sea mediante dieta o mediante ejercicio, tiene siempre una parte incómoda que lo jode todo. Un algo que destruye por completo todo incentivo y se convierte en la excusa perfecta para abandonar cualquier pretensión de bajar peso. Si te apuntas a un gimnasio, los vestuarios serán pequeños y olerán a pies; si juegas al tenis en un lugar maravilloso, idílico, con los amigos más divertidos, estará lejos. Si puedes ir andando, te dará un calambre en el tobillo. Si te lo curan, se te romperá la raqueta. Si te apuntas a una piscina, te dejarás el gorro. Si te lo venden en unas máquinas, no tendrás monedas, y si las tienes, comprarás el gorro y te lo comerás. La mente encontrará mil y un mecanismos de frenar cualquier intento de reconducir tu vida, lanzándote al abismo de la gula, el vicio y el descontrol.»
Efectivamente, para quien no tiene como hábito hacer ejercicio el hecho de insertarlo y consolidarlo en la rutina diaria puede ser harto difícil. Confiar únicamente en nuestra fuerza de voluntad a menudo es la receta para el fracaso, siendo la razón de ello el hecho de que no hacemos lo que es mejor para nosotros, sino que hacemos lo que es más fácil. Tener en cuenta esa realidad puede ayudarnos a diseñar un plan con mayor probabilidad de éxito. A menudo dicho éxito no viene de la fuerza de voluntad sino de haber creado el entorno necesario para llegar a él. Por ejemplo, la manera más fácil de no atiborrarse de chucherías mientras se ve la televisión es no tener chucherías en casa.

Antes de empezar a ver las maneras de intentar engañar a nuestro cerebro para que no frustre nuestras ambiciones deportivas séame permitido hacer tres advertencias. La primera es que, como dicen los anglosajones, «you can't exercise away a bad diet». La mejor manera de controlar o reducir el peso es a través de la alimentación, no del ejercicio. El hecho es que el efecto en el peso que puede tener una hora de carrera se puede hacer desaparecer en cinco minutos comiendo un par de donuts. Eso no quiere decir que haber corrido sea inútil, claro está, pues aún contamos con los beneficios cardiovasculares y el chute de endorfinas. Sin embargo, si el objetivo es adelgazar no tenemos otro remedio que vigilar lo que comemos. El año pasado por estas fechas vimos cómo mejorar nuestra alimentación con el mínimo esfuerzo posible siguiendo la dieta más fácil de seguir, esto es, una dieta que no se nota.

La segunda observación que debo hacer es que la constancia es la clave en un plan de ejercicio. Las adaptaciones fisiológicas al ejercicio se pierden con rapidez, ya que al cuerpo no le gusta cargar con una capacidad extra que no utiliza y además consume recursos, como el músculo extra (ya sea esquelético o cardíaco). Sudar durante los primeros seis meses del año y vaguear los seis restantes nos hará poco servicio, pues perderemos todos los beneficios físicos obtenidos. Además, la repetición continua ayuda a consolidar el hábito. Lo último que querríamos es que nuestra nueva rutina deportiva se evaporara una vez establecida: es mucho más fácil mantenerla que volver a empezar de cero. No confiemos en que como lo logramos una vez podemos volver a hacerlo cuando queramos.

El tercer factor a tener en cuenta es que habrá piedras en el camino. No es inusual que nos fijemos objetivos y diseñemos cuidadosos planes con el fin de lograrlos para que cuando llegan las dificultades el edificio entero se desmorone. Los problemas siempre aparecen y gestionarlos debe ser parte de nuestro programa:
«To keep your optimism realistic, think carefully about the obstacles, difficulties, and setbacks you are likely to encounter as you pursue your goal. Just as important, visualize how you will deal with each challenge. If your first strategy doesn’t work, what’s plan B? (This is another great time to use your if-then plans.) Remember, it’s not “negative” to think about the problems you are likely to face, but it is foolish not to.»
Habrá días en los que estemos enfermos o lesionados, no hayamos dormido bien; días en los que habremos de quedarnos a hacer horas extra o acudir a eventos no programados. Pero, sobretodo, habrá días en los que nos sintamos muy cansados y sin ganas de hacer ejercicio. Nuestro plan tiene que poner tiritas allí donde sepamos que va a haber roces.

Continuará

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