«La actualidad tiene de malo que obliga a hablar de ella; atenta contra la libertad de expresión. Y no es porque no acontezca nada, como solía antaño; bien al contrario, sucede mucho, pero siempre lo mismo. Es el chino que pasó veinte veces delante del centinela, y éste, al dar el parte, aseguró que habían pasado veinte chinos. Sólo que ahora pasan unos cuantos chinos unas cuantas veces, pero son los que pasaron ayer. La conversa de los oficinistas en sus multitudinarios desayunos de mediodía, de los automovilistas entre sí ante los semáforos, de los pacientes del hospital aguardando a que, al fin, entre el primero, gira siempre en torno a las mismas cosas. Y de ello hablará cualquiera de nosotros si, dentro de un mes, tomamos el tren para ir a San Fermín, por ejemplo, y no a Villadiego, que es de donde parte la escondida senda de los sabios. Todos tenemos que hablar de lo que pasa, que es vario pero fotocopiado. Y, por tanto, los medios de comunicación, se ven obligados a retratar la actualidad y a ponerla en boca de todos (que si el fútbol, que si el famoso y la famosa, que si el fútbol, que la gasolina, que el sueldo por un lado y los impuestos por otro, que el fútbol, que Insalud, que la tele, y otros sujetos y objetos similares anejos al Estado de bienestar, sin olvidar el fútbol).»
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- De media, los equipos marcan uno de cada nueve tiros y se produce un gol cada sesenta y nueve minutos. Solo dos de cada nueve goles son producto de una secuencia mayor de tres pases, y aproximadamente la mitad de los goles se deben a robos de balón cercanos al área contraria.
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En un partido la posesión del balón cambia cuatrocientas veces de bando (nuevamente, de media). Más del noventa por ciento de las jugadas no llega al cuarto pase. El treinta por ciento de las recuperaciones de balón sucedidas en al área contraria acaban en gol, mientras que casi la mitad de todos los goles se deben de un robo de balón.
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En contra de lo que se suele creer, es justo después de meter un gol cuando es menos probable que un equipo encaje un tanto.
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La correlación entre córners sacados y goles marcados es cero, es decir, más córners no implican más goles. Solo uno de cada cinco córners acaba en disparo a puerta. El noventa por ciento de esos tiros no tienen éxito, por lo que el valor neto de un córner es de poco más de dos goles cada diez saques de esquina. En total, se marca un gol por un córner cada diez partidos. Es mejor sacar en corto y mantener la posesión que centrar directo al área.
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En el fútbol, la suerte cuenta tanto como la destreza: cincuenta por ciento. La mitad de los goles y resultados que vemos se deben a la mera fortuna.
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En las grandes ligas europeas la media de goles por partido es de 2,66. Los resultados más comunes son 1-1, 1-0, 2-1, 2-0, 0-0 y 0-1. Más del treinta por ciento de los partidos acaban sin gol.
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En el fútbol, el favorito gana apenas el cincuenta por ciento de las veces. Comparado con otros deportes, en balonmano, baloncesto y fútbol americano los favoritos ganan dos tercios de las veces. En baseball, el sesenta por ciento. Incluso cuando la diferencia entre el equipo favorito y su oponente es muy amplia, en el balonpié el primero gana el sesenta y cinco por ciento de las ocasiones, mientras que en baloncesto lo hacen más del ochenta por ciento.
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Los datos históricos indican que el cuarenta y ocho por ciento de los partidos acaban en victoria para el equipo de casa, el veintiséis por ciento en empate y el resto (otro veintiséis por ciento) en victoria del equipo visitante.
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El equipo que más veces dispara en un partido acaba venciendo en menos de la mitad de las ocasiones (45-47% en las series estudiadas). Si los tiros van entre los tres palos el porcentaje asciende al 50-58%. De media los equipos efectúan poco más de doce tiros por partido.
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El número de goles por partido ha caído a través de la historia de este deporte, pasando de cuatro goles y medio por partido en 1890 a 2,6 en 1996, aunque se ha estabilizado en las últimas dos décadas. Según los autores la causa es la mejora en las técnicas y estrategias defensivas (fueras de juego, presión, marcaje en zona, etcétera). En general, el fútbol ha pasado de ser un deporte donde primaba el ataque (con siete delanteros en sus primeros tiempos) a uno donde lo más importante es la defensa, con equipos que juegan sin delanteros, reemplazados por el "falso nueve".
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El fútbol en las grandes ligas (Alemania, Inglaterra, España, Italia) es muy similar en cuanto a goles, tiros y pases, pero hay diferencias en el número de faltas pitadas y el número de tarjetas mostradas. En España se pitan más faltas y se sacan más tarjetas que en ninguna otra liga.
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Estadísticamente hablando, marcar un gol prácticamente garantiza conseguir un punto. Si se marcan dos goles es más probable la victoria que el empate.
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Los equipos que más goles marcan solo ganan el cincuenta y uno por ciento de los títulos. Los que menos tantos encajan, del cuarenta al cincuenta y cinco por ciento. En un partido dado, no encajar un gol aumenta más las probabilidades de no salir derrotado que marcarlo (proporciona un treinta por ciento más de puntos).
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Los equipos con más éxito tienen más tiempo la posesión, pasan más la pelota (especialmente en campo contrario) y la pierden menos en favor del contrario. Por lo general, a mayor posesión mayor rendimiento ofensivo, menos goles encajados, menos derrotas y más victorias logradas (de un siete a un once por ciento más). Aún así, más importante que la cantidad total de posesión es no perder el balón. Los equipos que juegan al pelotazo tienen menos oportunidades de marcar y por tanto anotan menos goles.
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La probabilidad de marcar un penalti es de alrededor de un setenta y siete por ciento.
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La mejor manera de aumentar el rendimiento de un equipo no es contratar un fuera de serie sino deshacerse del eslabón más débil (aquel menos dotado técnicamente). Los equipos son tan buenos como el peor de sus jugadores.
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Una tarjeta roja reduce en un tercio la expectativa de puntos ganados.
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Jugar en casa incrementa las probabilidades de victoria del veintisiete al cuarenta y dos por ciento, mientras que disminuye las de derrota del treinta y dos al diecinueve por ciento.
- Para un equipo que va perdiendo la mejor estrategia de sustituciones es hacer el primer cambio antes del minuto cincuenta y ocho, el segundo antes del setenta y tres y el tercero antes del setenta y nueve. Ello incrementa la posibilidades de salvar al menos un punto del veintidós al cuarenta por ciento.
- Salarios y posición en la tabla de clasificación van de la mano. Dónde acaba un club la temporada viene determinado hasta en un ochenta y nueve por ciento por el dinero que se deja en las pagas de sus jugadores (dependiendo de los años y las competiciones que compongan la muestra). La influencia del entrenador explica la variación de resultados entre un diez y un quince por ciento.
Pueden probar a dejar caer alguno de estos datos en las charlas del desayuno. No se sorprendan si el enterado de turno (aquel que ve muchos partidos y lee la prensa deportiva) lo rechaza de mala manera; es lo que cabe esperar. El fútbol es de esas cosas de las que todo el mundo habla y muchos creen conocer bien, aun cuando solo estén confundiendo familiaridad con conocimiento genuino y se estén limitando en realidad a repetir lo que oyeron decir antes a otros. Los españoles, cuando no ejercemos de políticos, economistas o magnates, ejercemos de entrenadores y, como en todas las áreas anteriores, demostramos que no es necesario saber de lo que uno habla para discutir asumiendo que se tiene la razón.
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