lunes, 25 de mayo de 2015

La ética del voto

Hace ahora un año había elecciones y expuse ciertos argumentos a favor del voto. Doce meses después, los españoles tenemos de nuevo la oportunidad de ir a las urnas y mi opinión al respecto no ha cambiado. No digo que votar debiera ser obligatorio; esa es una cuestión muy diferente. En este país, quien no quiere participar en la votación está en su derecho, como lo está de no leer un libro en su vida. Lo que sí creo es que, entre el voto o la abstención, a mi juicio es mejor votar, por las razones que ya expuse. Añádanse a ellos el que, al fin y al cabo, los impuestos te los van a cobrar en cualquier caso. ¿No preferirías opinar sobre dónde van a parar? (Si bien, por desgracia, en la práctica siempre acaban en el mismo sitio: el bolsillo de unos pocos.) Reconozco, no obstante, que desconozco los mejores argumentos de los abstencionistas, por lo que no estoy en posición de criticar.

Imagen de Scott Maxwell
En este ínterin electoral di con cierto artículo escrito por Jason Brennan sobre la ética del voto, resumen de un libro del mismo título publicado por el mismo autor. Es un buen artículo y les recomiendo su lectura, principalmente porque aquí citaré partes del mismo y, por la ínsita naturaleza de la cita, parte del contexto se perderá, lo que puede dar lugar a equívocos. Otra advertencia que debo al lector es señalar que no he leído el libro de Brennan, solo la entrada en su blog, por lo que puede que algunos de los comentarios que haga aquí estén perfectamente refutados en su obra.

Siempre que yo esté interpretando correctamente su punto de vista, la idea principal de Brennan es que uno no tiene la obligación moral de votar y que, si decide hacerlo, debería hacerlo «bien», esto es, de forma informada y sensata, no de cualquier manera y «porque sí»:

I argue that citizens have no standing moral obligation to vote. Voting is just one of many ways one can pay a debt to society, serve other citizens, promote the common good, exercise civic virtue, and avoid free-riding off the efforts of others. Participating in politics is nothing special, morally speaking.
However, I argue that if citizens do decide to vote, they have very strict moral obligations regarding how they vote. I argue that citizens must vote for what they justifiedly believe will promote the common good, or otherwise they must abstain.
La justificación para tal aserción es sencilla: nuestro voto afecta a los demás (sea para bien o para mal) y hay muchas cosas importantes en juego como para elegir la papeleta a la ligera. El voto bueno es el voto informado, y eso requiere esfuerzo:

[V]oters should vote on the basis of sound evidence. They must put in heavy work to make sure their reasons for voting as they do are morally and epistemically justified. In general, they must vote for the common good rather than for narrow self-interest. Citizens who are unwilling or unable to put in the hard work of becoming good voters should not vote at all. They should stay home on election day rather than pollute the polls with their bad votes.
Esta conclusión no es, en mi opinión, del todo equivocada, pero solo debe ser aceptada tras adecuada ponderación. Creo, como Mill, que es el deber «de los individuos formar las opiniones más verdaderas que puedan; formarlas escrupulosamente y nunca imponerlas a los demás, a menos que estén completamente seguros de que son ciertas». Soy el primero al que le gustaría que toda la ciudadanía hiciera sus deberes y razonara críticamente, valorara las pruebas correctamente y tuviera en cuenta el interés de todos. Pero también entiendo que, si solo pudieran votar quienes así actuaran, bastaría con una sola urna. Pretender que las personas añadan a sus cargas profesionales, familiares, físicas y existenciales un entrenamiento político profundo es, mucho me temo, demasiado pedir. En cuyo caso, sostiene este autor, mejor será que se queden en casa bajo la máxima primum non nocere:

We would never say to everyone, “Who cares if you know anything about surgery or medicine? The important thing is that you make your cut.” Yet for some reason, we do say, “It doesn’t matter if you know much about politics. The important thing is to vote.” In both cases, incompetent decision-making can hurt innocent people.
Una primera contestación muy breve a este razonamiento podría jugar con su analogía: no se trata de ciudadanos practicando la incisión quirúrgica, sino de ciudadanos eligiendo a un cirujano que llevará a cabo la operación. En teoría (o, al menos, eso es lo que ellos quieren hacernos creer) los políticos son expertos en su campo, y hasta al más incompetente se le dan por supuestas ciertas competencias mínimas. En la práctica, por supuesto, la mayoría son unos inútiles dedicados a pastar en el presupuesto, pero dejemos hoy ese asunto al margen.

Como quiera que sea, el punto que encuentro más objetable del artículo de Brennan es la suposición de que hay una forma «buena» o «correcta» de votar. Hemos visto que, para él, el buen votante tiene en cuenta las pruebas y el bien común. Asimismo, debe conocer bien a los candidatos y sus programas, así como ser capaz de discernir si dichos programas están compuestos de buenas o malas políticas:

Voters should have good grounds for thinking that they are voting for policies or candidates that will promote the common good. In general, there are three ways that voters will violate this norm. Bad voters might vote out of 1) ignorance, 2) irrational beliefs, or 3) immoral beliefs. In contrast, good voters not only know what policies candidates will try to implement, but also know whether those policies would tend to promote or harm the common good.
Todo lo cual es, sin duda, deseable. Pero la cuestión que hay que subrayar una y otra vez es que la política no es un problema técnico con un conjunto de soluciones políticas que sean «correctas». Esa visión tan propia de la Ilustración, reflejada en las obras de Locke, Hobbes, Bentham, Mill y Kant entre otros, acabó fracasando porque, como no se cansa de repetir el profesor Shapiro, «you can't wring the politics out of politics».

En economía, mucho me temo, ocurre otro tanto. Basta con observar cómo las políticas económicas se agrupan según las ideologías, y cómo algunas escuelas de pensamiento económico (como la austríaca) utilizan la ética para sostener sus propuestas. Impuestos, presupuesto militar, becas, servicios públicos, donaciones de órganos, legalización de las drogas, legalización de la prostitución... son todas ellas cuestiones irresolubles numéricamente en las que no se puede dejar al margen la parte moral. Y cuando la política entra en conflicto con la economía no es de extrañar que gane la primera. Ya advertía Bentham que, en el caso de que se persiguiera la igualdad total, los ricos quemarían sus cosechas antes que dárselas a los pobres.

Incluso aunque existieran soluciones correctas e incorrectas, es posible utilizar argumentos morales igual que hace Brennan para defender el voto (llamémosle así) desinformado. Si un gobierno obra mal ¿no tenemos la obligación moral de votar para quitarle del poder? En España tenemos el caso de un gobierno que recorta libertades civiles y constitucionales por doquier. ¿No es imperativo expulsarlos primeramente, pues la importancia de dichas libertades prevalece sobre otras cuestiones? No podemos entrar aquí en todas las objeciones posibles a esta línea de pensamiento (por ejemplo: ¿y si es peor el remedio que la enfermedad, y el partido entrante es aún más tirano?). Solo quería señalar que, en ocasiones, puede ser suficiente conocer un único aspecto de la política de un partido para tomar una decisión éticamente defendible.

Hemos visto que Jason Brennan enmarca el problema más o menos de la siguiente forma: si no sabes, no hagas nada, porque podrías empeorar las cosas. Sin embargo, otra forma de dibujar el problema es la siguiente: si no sabes, mejor no opines. Dado que cabe concebir las elecciones como una encuesta en la que el número de votos equivale groseramente al grado de aprobación, si Brennan tiene razón ¿significa eso que debe opinar solo la gente informada?

He de confesar aquí que siento la tentación de situarme de su lado. A diario (seguro que a ustedes les ocurre lo mismo) oigo opinar a decenas de personas sobre los temas más variopintos sin tener ni idea, ya sea sobre fitness, informática, medicina o física. Raro es el día que no me sangran los oídos por las burradas que atraviesan mis tímpanos. No obstante, opinar sobre política no equivale a hacerlo sobre física. No todos estamos capacitados para discutir si P=NP, pero todos nos hacemos una idea de si las políticas del gobierno nos satisfacen o no (si bien solo de forma aproximada, pues muchos hilos se mueven en la sombra). Hemos de reconocer el derecho de todos los que han de obedecer la ley a expresar su acuerdo o desacuerdo en las urnas con quienes hacen dichas leyes, al margen, de nuevo, de sus políticas en otros ámbitos. Y no debemos olvidar que, en la práctica, los partidos políticos incumplen sus promesas sistemáticamente, por lo que esta función de las elecciones como termómetro cobra mayor importancia.

Al preguntarle a mi abuela si ha ido a votar me ha dicho que no. «Yo no sé cuál es el menos malo, así que no voto a ninguno», ha agregado. No hay duda de que Brennan estaría satisfecho.

2 comentarios:

  1. Muy bueno.

    Una vez escribí una entrada relacionada con el tema:
    http://luistarrafeta.com/2011/11/19/alternativas-a-la-democracia-y-iii/

    (y atento a los comentarios)

    Creo que el hecho de votar con responsabilidad, eso que dices tú de votar en conciencia y con conocimiento, no sólo es algo que sea "beneficioso", sino que lo contrario se opone a la libertad. Nadie es libre sin conocimiento. Tener la opción de elegir, cuando no se tiene la información ni los criterios, no es libertad ninguna.

    Yo, desde luego, voté. Principalmente porque a quienes más beneficia que yo no vote es a los que piensan más distinto a mí. Y de "los deberes" que hice de informarme y entender, llegué a la conclusión de que ninguno me gustaba. Así que opté por males menores. En fin... este es el país en el que me ha tocado vivir. (Por el momento, al menos).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cachis, de haberlo sabido ten por seguro que lo habría citado. Pero bueno, lo he solventado en el siguiente ;)

      Me interesa esa igualdad libertad = conocimiento. Voy a tener que documentarme sobre el tema.

      ¡Gracias por el enlace!

      Eliminar