lunes, 15 de agosto de 2016

La brecha

Para un periodista, algo que le sucede a un conocido es una tendencia, y si ese algo le sucede a un segundo conocido entonces se convierte en una tendencia confirmada. Hoy quiero hablarles de una tendencia confirmada según estos estándares que he detectado recientemente. Desconozco si se trata de un fenómeno real o una ilusión producto de la pequeña lente a través de la cual observo el mundo. Dos son mis fuentes de información en este caso. En primer lugar, la alta rotación de personal que hay en la empresa para la que trabajo. En segundo lugar, el hecho de que por sucesos imprevistos me he visto en la posición de entrevistador por primera vez en mi vida.

Imagen de Sawtooth
Quizá hayan oído en las noticias que faltan trabajadores cualificados en el sector de tecnologías de la información. Desde luego, mucho se ha escrito sobre ello. Las empresas aseguran que no encuentran personal preparado para cubrir los puestos vacantes mientras que los empleados sostienen que las compañías buscan «unicornios» o no están dispuestas a pagar por lo que demandan. Si están más interesados en este asunto la empresa TEKsystems es autora de unos interesantes informes e infografías al respecto. Sin embargo, la brecha a la que yo me refiero no es aquella entre lo que las empresas piden y lo que los empleados ofrecen, sino la que atañe al diferente nivel técnico que los trabajadores de este sector parecen exhibir.

Mi experiencia me dice que la distribución de capacidades técnicas en esto de «la informática» sigue una distribución bimodal, es decir, hay un grueso de trabajadores que andan justos de conocimientos y destreza, y otro grupo menos numeroso de verdaderos cracks. He buscado un poco por internet y he visto que no soy el único que piensa así:

I believe this is almost trivially true: developing ordered sequences of events to carry out specific tasks--algorithm development--is a completely unnatural activity that many people are really bad at. The average person is mediocre at following instructions. Actually creating them is much more difficult. And our evolutionary history does not suggest that the ability to create ordered sequences of instructions to carry out specific tasks has ever been strongly selected for, so we'd expect it--like any weakly selected trait--to have a pretty broad distribution in the population.
The model demonstrates that a broad distribution of ability when applied against a skill that has a highly non-linear contribution to success will result in a bimodal distribution of results of the kind observed in introductory computing (CS1). This does not mean that there is a "gene for programming" any more than there is a "gene for height", but that one or a small number of skills that must be above a given threshold to succeed in CS1 can easily explain the data.
Quizá sea cierto que no todo el mundo está capacitado para trabajar en el sector de TI. Cuando decidí dejar la fisioterapia y dedicarme a los ordenadores lo primero que hube de hacer es buscar un sitio donde formarme. Acudí a una academia privada donde nada más recibirme me dieron una batería de tests psicotécnicos bajo la premisa de que para dedicarse a esto «hay que tener la cabeza amueblada de cierta manera». Completé los ejercicios y la chica que me atendió me dijo que yo valía para este sector. Cuando finalmente entré en la formación reglada noté que en aquella clase había dos tipos de estudiantes: aquellos que sacaban sobresaliente en todo y aquellos otros que aprobaban a duras penas o suspendían, siendo el primer grupo mucho menor que el segundo.

He encontrado lo mismo en el mundo laboral. Como les decía, en mi empresa entra y sale gente a buen ritmo. Muchos son estudiantes sin experiencia pero también se contrata a gente ya curtida. Obviamente, eso significa que la gente de personal hace muchas entrevistas, habiendo yo colaborado en algunas de ellas. En ambos casos observo la misma brecha: la mayor parte de quienes se dedican a esto andan muy justos de talento y ganas, mientras que una pequeña parte son gente apasionada de gran capacidad. La brecha se nota también a nivel mundial: hay compañías cuya nacionalidad ya te adelanta que va a ser muy duro trabajar con ellos y otras cuya procedencia es sinónimo de calidad y exigencia. No creo que me equivoque si digo que los mejores ingenieros de este mundillo se hallan mayormente en Estados Unidos y en Irlanda, sede europea de las grandes empresas del sector (Google, Apple, Linkedin, Facebook, Twitter y demás).

Es un fenómeno que me inquieta, y no solo porque yo me halle en el vagón de cola del talento, lo que hace que me pregunte si seguiré encontrando trabajo en el futuro. Me inquieta porque las grandes empresas luchan entre ellas por lo más granado del sector (los gigantes) ofreciéndoles buenos salarios, beneficios sociales, planes de carrera y un largo etcétera. Además lideran la innovación, ya que su tamaño les hace enfrentarse a problemas radicalmente nuevos (por ejemplo: reconocimiento de voz, texto e imágenes, velocidad en las comunicaciones u optimización del uso de energía eléctrica). Por tanto, es lógico que la gente quiera trabajar, digamos, en Google. ¿Y qué pasa cuando a alguien lo contratan en una de las grandes del sector? Que recibe la mejor formación, que sus compañeros son los mejores y que lleva a cabo proyectos de gran alcance y complejidad. Los mejores se hacen así aún mejores.

Por su parte, las empresas más modestas solo pueden permitirse peces del Mar Muerto, así que no tienen otro remedio que cubrir sus posiciones con empleados mediocres, lo cual hace que sea aún más difícil luchar con las grandes firmas, máxime si tenemos en cuenta que estos negocios tienden a invertir lo mínimo posible en su fuerza de trabajo. Sus asalariados apenas reciben formación (si es que llegan a recibir alguna) y el único plan de carrera disponible es llegar a ser mando intermedio. Los trabajadores se ven obligados a pasar de un empleo a otro sin relación con el anterior para poder ganar algo más de dinero, desperdiciando así su capital de carrera.

Todo esto lleva a un ecosistema en el que las grandes compañías crecen monopolizando el talento, las startups aparecen con la misma velocidad con la que desaparecen, y los empleados se mueven de un lado para otro sin cesar (ya sea por voluntad propia u obligados) como si fueran todos iguales, cual peones en un tablero de ajedrez.

No voy a molestarme en tratar de averiguar las causas de este fenómeno que se retroalimenta. Obviamente, el sistema educativo de cada país tiene mucho que ver, así como la vocación individual. En cualquier caso, mi mayor preocupación es saber cómo seguir siendo relevante en este entorno. Yo no soy lo suficientemente bueno como para trabajar en sitios como Netflix, Intel o Microsoft pero tengo amigos que sí. Sus historias me hacen darme cuenta de que existe un «primer mundo» y un «tercer mundo» laboral en este sector, separados por un abismo que cada vez se hace mayor.

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