lunes, 4 de octubre de 2010

Conocimiento incompleto

Esta es una de mis viñetas favoritas de Dilbert:


Muchas veces creemos saber algo* y, llevados por nuestra confianza, acabamos llegando a conclusiones absurdas . Por ejemplo:
  • Si la mitad de los españoles son hombres, y la otra mitad mujeres, entonces el español medio tiene un ovario y un testículo.
Las conversaciones del día a día están llenas de estas perlas, la mayoría banales. El problema viene cuando afectan a cosas importantes. Recuerdo, por ejemplo, la moda del soterramiento de las líneas de alta tensión. Los vecinos pensaban que la radiación de las torres de electricidad era peligrosa, y quisieron enterrarlas. Pero hete aquí que esas líneas se entierran apenas dos metros bajo tierra, con lo que el campo electromagnético en la calle es mayor que antes.

Todos tenemos que conformarnos con nuestro conocimiento incompleto, y tomamos decisiones basándonos en él. Así, nuestras acciones toman derroteros que no esperábamos. Es típico, verbigracia, intentar adelgazar dejando de comer. No obstante, ese método deja de funcionar enseguida: el cuerpo regula el metabolismo a la baja, y se acostumbra a vivir con cada vez menos calorías. La solución no es dejar de comer, sino comer bien.

Este tipo de toma de decisiones (la basada en nuestro conocimiento incompleto) es un problema parecido al de la toma decisiones cara al futuro: la información es incompleta (no sabemos lo que no sabemos, no sabemos lo que va  a pasar). La diferencia es que, mientras que el futuro no puede predecirse, el conocimiento sí que puede ampliarse.

No obstante, por mucho que uno aprenda, nunca podrá estar seguro de nada. No debería estarlo: el conocimiento se amplía, cambia y es necesario actualizarlo. La certeza es cosa de necios.

* Yo soy el primero que cree saberlo todo de todo, y por eso escribo este blog, para ilustrar al mundo.