miércoles, 7 de diciembre de 2011

En el fondo del pozo nos encontraremos (IV)

Lea la primera, segunda y tercera parte de esta serie de artículos.

¿Cómo sale uno del pozo? La respuesta, como tantas otras veces, está escondida en un capítulo de Los Simpson. En este caso se trata del undécimo episodio de la quinta temporada, Homer El vigilante (1F09). En él se cuenta cómo Homer monta una patrulla de barrio para atrapar al «ladrón felino». Al final del capítulo los ciudadanos de Springfield se dirigen a la gran T y empiezan a cavar para desenterrar el tesoro que el ladrón había escondido ahí. Después de haber ahondado en el terreno hasta el anochecer, y en vista de que no van a encontrar nada, deciden abandonar. Es entonces cuando se plantea la duda:
Otto: A ver, y ahora ¿cómo salimos?
Homer: Cavando hasta encontrar la salida.
Wiggum: Así no. Hay que cavar hacia arriba.
De eso se trata, efectivamente, de cavar hacia arriba. Por aquello de estirar la metáfora hasta dejarla exhausta me referiré a la medicación como «el pico» y a la terapia como cognitiva como «la pala». Muchas veces se usan juntas, aunque no siempre es necesario: las depresiones endógenas mejoran solo con medicación y no todas las depresiones requieren tratamiento con fármacos.

Respecto a los medicamentos, decir que siempre que uno trata con drogas debe buscar un camello de confianza. Por tanto, es imprescindible encontrar un psiquiatra competente y de buen trato, tarea que es más difícil de lo que debiera, pero a la que es mejor aplicarse con diligencia dado lo que hay en juego.
Hay que ser responsable y paciente con el uso de esta herramienta. La medicación se ha de tomar tal como es pautada por el médico durante el tiempo que sea necesario. Los antidepresivos suelen tardar varias semanas en hacer efecto, así que es normal no sentir una mejora inmediata. También es importante no dejarlos por cuenta propia cuando uno se siente bien, ya que lo que se consigue así un buen «mono» acompañado de una recaída. El galeno es el único capacitado para determinar la retirada del tratamiento.

Con lo que más debe esmerarse el enfermo es con la pala. Aquí la mayor parte del trabajo depende de uno mismo. El objetivo oficial de la terapia es reestructurar la cognición y la conducta para sustituir los patrones actuales por unos más realistas y adaptativos. En español eso significa que lo que se pretende es que el llorica se dé cuenta de que es imbécil, se enfrente a la realidad y la asuma de una forma constructiva. Para ello se entrena al sujeto en detectar y corregir sus pensamientos erróneos.
También aquí es imprescindible contar con alguien capacitado y en quien se confíe. Hay psicólogos muy malos, y por desgracia no es fácil distinguirlos de los buenos. Creo que tan importante es el mensaje como el mensajero y el sobre en el que se entrega. Con esto quiero decir que la terapia será más eficaz si uno se siente seguro con su terapeuta, cómodo al hablar durante las sesiones y esperanzado en la eficacia del tratamiento.

Continuará.


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