lunes, 27 de octubre de 2014

Seis escalones de autoayuda

Primer escalón: deepities. Las frases que uno escribe en Twitter o se pone en los estados de WhatsApp. «Todos los triunfos nacen cuando nos atrevemos a comenzar». «Cada mañana puedes optar por seguir soñando o levantarte y luchar por ellos». «Haz lo que te dé la real gana pero que te haga feliz». Ya en su momento le dedicamos algunas palabras a este tipo de afirmaciones obvias que no son particularmente informativas ni verdaderamente profundas. El filósofo Daniel Dennett se refiere a ellas con el término deepities:
A deepity is a proposition that seems both important and true—and profound—but that achieves this effect by being ambiguous. On one reading it is manifestly false, but it would be earth-shaking if it were true; on the other reading it is true but trivial. The unwary listener picks up the glimmer of truth from the second reading, and the devastating importance from the first reading, and thinks, Wow! That’s a deepity.
A pesar de su banalidad, no hay que subestimar el valor de que a uno le recuerden lo que es obvio. Aquellos a quienes se les retiró la lactancia intelectual prematuramente pueden encontrar trascendente lo que para otros es evidente. Pero también las personas más inteligentes, aquellas que pueden verse perdidas en océanos de información y detalles, pueden necesitar que se les recuerde lo más básico y manifiesto.

Segundo escalón: El Alquimista. Un conjunto de deepities hilados en forma de historia breve y recogidos en un pequeño libro. El secretoEl monje que vendió su Ferrari. ¿Quién se ha llevado mi queso? La buena suerte. Jorge Bucay. Paulo Coelho, a quien Pérez-Reverte se refirió en una sátira al más puro estilo revertiano:

Busco al maestro, le digo mientras recobro el resuello. ¿A qué maestro?, me interroga a su vez, enigmática. ¿Al maestro Marina o al maestro Coelho? Y entonces comprendo la lección. Quien cree tenerlo claro, lo tiene oscuro. Y viceversa. Llego, por fin, a un monasterio de lamas. Y lo hago -lo noto en mi corazón- repleto de una sabiduría que te cagas. Allí, dándole vueltas a una carraca mientras pronuncia infatigable los nueve mil millones de nombres de Dios, encuentro a un hombre de mirada tranquila y canas venerables, que transmite paz y felicidad con la misma naturalidad con que Gaspar Rosety retransmite el partido del domingo. Cuéntame, maestro, digo. Cuén-ta-me lo que pa-só. Y entonces, el hombre responde: «Un viejo místico iraní se tomaba una caña en un bar de París cuando un rey y un visir que pasaban por allí le preguntaron: ¿Por dónde se va a Cáceres, si nos hace el favor? Y el viejo místico respondió: andes lo que andes, no andes por los Andes». Eso dice el de la carraca, y la sabiduría ilumina mi corazón. Y comprendo que puedo seguir llenando esta página otros diez años más. Por lo menos.
Son libros de doble satisfacción. De un lado, satisface nuestro apetito espiritual con un piscolabis de fácil deglución y digestión. De otro, calma nuestra sed de narrativa. Somos, ya lo decía MacIntyre, «animales que cuentan historias».

Foto de Jeremy Fernsler
Tercer escalón: consejos vendo. Fulgencio Geovidis ha alcanzado la paz interior, o la felicidad o el éxito, y escribe un libro para difundir su método. Cómo ganar amigos e influir en las personas. Los siete hábitos de la gente eficazSecretos de una mente millonaria. Siempre el mismo patrón: John Smith, de Iowa, era un pobre y desgraciado infeliz, miserable, desdichado y angustiado despojo humano cuya vida cambió radicalmente tras aplicar el método de Fulgencio. Casi inmediatamente se volvió más alto, guapo, listo, fuerte y rico. Logro la iluminación, le creció la jilla y aumentó su recuento de esperma. Chim-pon.

Cuarto escalón: life hacking. Remedios simples, basados en alguna prueba empírica, a problemas complejos. 59 segundos. Influencia: ciencia y práctica. Experimentos de psicología tomados por separado. Bakadesuyo.

Quinto escalón: psicología pop. La auténtica felicidad. Inteligencia emocional. Tus zonas erróneasTropezar con la felicidadAprenda optimismo. Busca en tu interior. La curiosidad superficial acerca de los últimos descubrimientos de la ciencia. Recetas y sistemas basados en la investigación. El conocimiento incompleto que lleva a conclusiones equivocadas o comportamientos absurdos. También la incertidumbre acerca de las corrientes enfrentadas y las teorías opuestas.

Sexto escalón: filosofía. La hipótesis de la felicidad. The Antidote. La conquista de la felicidad. Los clásicos, los pesos pesados: estoicos, Aristóteles, Bentham, Mill, Kant. Pensamiento crítico, de naturaleza escéptico. Asumir que no hay soluciones de talla única que tengan sentido para todo el mundo en todo momento, sino que depende de la circunstancia propia. Darse cuenta de que no hay respuestas definitivamente correctas, sino únicamente buenas direcciones. La certeza es cosa de necios. El escalón donde su uno se topa con los problemas epistemológicos de la psicología y comprende por qué su vida no ha cambiado a pesar de sus esfuerzos: el sesgo de publicación, el sesgo WEIRD,  el problema de la replicación de los resultados. Darse cuenta de que un resultado estadísticamente significativo no tiene por qué ser significativo en la práctica.

Y la búsqueda de significado. Alzarse por encima del vello de la espesa piel del conejo blanco. Entender que nuestras preocupaciones son parte de nuestra identidad y tal vez no debamos simplemente deshacernos de ellas. Comprender que hay ocasiones en que es mejor ver el vaso medio vacío, que dicha perspectiva también es valiosa. En definitiva, preguntarse y tratar de descifrar, como decía nuestro amigo Luis Tarrafeta en su blog, «cómo te aporta sentido -a ti- el puto vaso».

1 comentario:

  1. jejeje... Bastante razonable el escalafón. :D

    Yo reconozco que de los niveles 4 y 5 he leído bastante. Supongo que del 6 tengo un cierto "background" pero sin haberme metido directamente con los textos originales. Casi siempre ha sido "a través de otros".

    Y, eh, ¡gracias por la mención! ;)

    ResponderEliminar