Foto de Jeremy Brooks |
Un propuesta como esta sin duda encontraría una gran oposición, y no solo por parte de aquellos a los que se les acabaría el chollo. La objeción más probable seguramente estaría relacionada con la competencia: solo Dios sabe qué destino le aguardaría a un país gobernado por forococheros, canis, espectadores y participantes de Hombres, mujeres y viceversa, y demás fauna. A esto hay al menos dos respuestas posibles. Primero, que el argumento de la falta de competencia supone que los políticos actuales son capaces de tomar mejores decisiones que un grupo de ciudadanos elegido al azar, algo que, hasta donde yo sé, no ha sido demostrado empíricamente (si creen que eso es algo evidente en sí mismo les remito a nuestra discusión sobre los expertos). Segundo, se podrían establecer unos requisitos mínimos de educación para ser elegible (aunque eso sería un debate en sí mismo). En cualquier caso, la idea de Guerrero incluye un periodo previo de formación en aquel aspecto en el que vaya a centrarse la legislatura.
Otro inconveniente tiene que ver con la política exterior y la incertidumbre sobre qué pasaría si gente llana tuviera que interactuar con políticos experimentados. Cabe pensar que los primeros podrían ser engañados fácilmente por estos últimos, más acostumbrados a la negociación y más duchos en la manipulación en general. Una dificultad adicional es que, como hemos dicho, los ciudadanos elegidos habrían de ser formados previamente para poder legislar, lo que introduce el dilema acerca de qué expertos se eligen para formarles. Este es un aspecto especialmente en importante en economía, donde la ideología aún juega un papel primordial.
Como último inconveniente encontramos que, si reemplazamos las elecciones por la alternativa lotocrática, aquellos que nunca resultan elegidos en el sorteo pierden todo su poder político. En un país de más de cuarenta millones de personas y trescientos cincuenta escaños como España, las probabilidades de un ciudadano de ser elegido en alguna legislatura a lo largo de su vida serían bastante escasas. Recordemos, no obstante, que la lotocracia no está reñida con las elecciones u otro tipo de votaciones.
A mí me encantaría probar este sistema. Como informático, he aprendido a amar la aleatoriedad ya que, utilizada juiciosamente, puede reportarnos grandes beneficios. En inteligencia artificial, por ejemplo, el azar se utiliza para evitar lo que se llaman «máximos locales», esto es, soluciones óptimas que no son la mejor de entre todo el abanico de soluciones posibles, sino solo de una pequeña parte de ese conjunto. La aleatoriedad es la base también de la evolución natural y otros sistemas naturales. Nassim Taleb describe más usos del azar en su último libro (énfasis en el original):
The idea of injecting random noise into a system to improve its functioning has been applied across fields. By a mechanism called stochastic resonance, adding random noise to the background makes you hear the sounds (say, music) with more accuracy. We saw earlier that the psychological effect of overcompensation helps us get signals in the midst of noise; here it is not psychological but a physical property of the system. Weak SOS signals, too weak to get picked up by remote receptors, can become audible in the presence of background noise and random interference. By adding to the signal, random hiss allows it to rise sufficiently above the threshold of detection to become audible—nothing in that situation does better than randomness, which comes for free.No es de extrañar, por tanto, que Taleb abogue también por un sistema lotocrático (ibídem):
Consider the method of annealing in metallurgy, a technique used to make metal stronger and more homogeneous. It involves the heating and controlled cooling of a material, to increase the size of the crystals and reduce their defects. [...] the heat causes the atoms to become unstuck from their initial positions and wander randomly through states of higher energy; the cooling gives them more chances of finding new, better configurations.
[...] Inspired by the metallurgical technique, mathematicians use a method of computer simulation called simulated annealing to bring more general optimal solutions to problems and situations, solutions that only randomness can deliver.
[W]e should have citizens randomize the jobs of rulers, naming them by raffles and removing them at random as well. That is similar to simulated annealing—and it happens to be no less effective. It turned out that the ancients—again, those ancients!—were aware of it: the members of the Athenian assemblies were chosen by lot, a method meant to protect the system from degeneracy. Luckily, this effect has been investigated with modern political systems. In a computer simulation, Alessandro Pluchino and his colleagues showed how adding a certain number of randomly selected politicians to the process can improve the functioning of the parliamentary system.
A mi juicio, la lotocracia comparte una característica con el capitalismo: explotar el egoísmo de la gente. Para la mayor parte de los españoles, un sueldo a partir de cincuenta mil euros anuales (lo que cobran los diputados españoles) es mucho más de aquello a lo que podrán aspirar en su vida, máxime si tenemos en cuenta la gran cantidad de paro que tenemos. Ciertamente, algunas personas saldrían perdiendo con el cambio, pero eso podría incluso ser buena cosa: desplazaría el foco actual centrado en los problemas de los más ricos hacia la base de la pirámide de población. En cualquier caso, también hay que considerar que dejar nuestro trabajo actual durante cuatro años puede hacerle un flaco favor a nuestra carrera profesional, especialmente si trabajamos en un área que cambia rápidamente y donde en pocos meses uno se queda atrás.
Quien quiera poner a prueba un sistema así en España obviamente tendrá que ponerse en lo peor. Deberá asumir, verbigracia, que todos los ciudadanos elegidos por sorteo se dedicarán a enriquecerse con comisiones ilícitas, que serán ignorantes y no estarán interesados en aprender, o que tomarán malas decisiones a propósito, solo para fastidiar. Aún así, yo creo que hay suficientes maneras posibles de implementar la lotocracia como para poder sacarle partido.