II. ¿Quién se ha llevado mis descargas?
Ya decía Heráclito que la única constante es el cambio. Más de dos mil años después, Spencer Johnson, una especie de Esopo del siglo XX, vino a recordárnoslo con un relato banal. ¿Quién se ha llevado mi queso? es una fábula basada en las lecciones del filósofo griego que obtuvo gran éxito. Para quien no lo haya leído, he aquí un breve resumen del argumento con un tema actual:
«Érase una vez, hace poco tiempo, en un planeta cercano, vivían muchos pequeños personajes que recorrían un laberinto de enlaces de hipertexto buscando las series y las películas que los hiciera sentirse felices.El cuento se centra en las actitudes de dos ratones y dos liliputienses frente al hecho de que ya no hay nada disponible para descargar. Algunos personajes del libro se adaptan rápidamente y buscan otro servidor, mientras otros vuelven una y otra vez al depósito vacío sin dar crédito a lo ocurrido, esperando en vano que se revierta la situación.
Una mañana llegaron al depósito de vídeos y descubrieron que no había descargas.
-"¿Pero qué pasa que ya no me puedo bajar series?", gritó uno, como si el hecho de gritar cada vez más fuerte bastara para que reapareciesen.
"?Quién se ha llevado mis descargas? - aulló.»
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«En ciencia, como en otras profesiones y relaciones personales, sucede muy a menudo que los individuos esperan a padecer las mayores amarguras antes de efectuar un cambio cargado de sentido. De hecho, nunca hay motivos para prolongar una experiencia cuando ha entrado en una fase decadente. Evítalo y todavía estarás disfrutando de la vida cuando te llegue el momento de morir.»
¿Quién se ha llevado mi queso? se hizo especialmente popular en el entorno empresarial. De hecho, el libro se vende en la secciones Administración y dirección empresarial, Empleo y mercado de trabajo y Recursos humanos de las librerías. La contraportada de la obra muestra críticas del director de recursos humanos del Grupo Iberdrola y del vicepresidente senior de Xerox.
Quizá las empresas sean un buen reflejo de cómo cambia el mundo. Si miramos la evolución del Dow Jones Industrial Average durante el último siglo veremos que General Electric es la única empresa que se ha mantenido en el índice todo ese tiempo. El resto de compañías fueron sustituidas o han muerto; sus empleados terminaron en la calle con un libro de cien páginas que hablaba de ratones y elfos. A lo largo de la vida no queda otra opción que reciclarse para poder seguir trabajando.
No obstante, el mensaje de adaptación al cambio se pervirtió para que los asalariados aceptaran sin rechistar el empeoramiento de sus condiciones laborales o su despido:
«Some managers are known to mass-distribute copies of the book to employees, some of whom see this as an insult, or an attempt to characterize dissent as not "moving with the cheese". In the corporate environment, management has been known to distribute this book to employees during times of "structural re-organization," or during cost-cutting measures, in an attempt to portray unfavorable or unfair changes in an optimistic or opportunistic way. This misuse of the book's message is seen by some as an attempt by organizational management to make employees quickly and unconditionally assimilate management ideals, even if they may prove detrimental to them professionally.»La filosofía zen predica ser como el bambú, que cede ante el viento pero sigue creciendo hacia el sol, en lugar de partirse como las rígidas ramas de otros árboles. Puede parecer un pensamiento muy profundo, pero así dicho es una tontería. Cuando menos, es incompleto. Siguiendo esa máxima una persona se convertiría en una veleta: con un mundo en constante cambio no podría dirigirse hacia un objetivo, pues tendría que cambiar de rumbo según las circunstancias.
Ser capaz de adaptarse al cambio no significa no oponerse nunca a él, o no luchar por nada. Tampoco implica bajar los brazos cuando algo empieza a torcerse para simplemente asumir y digerir que ese algo ha terminado (tu relación, tu trabajo) y pasar a otra cosa, mariposa. A diferencia del bambú, los humanos podemos elegir oponernos al viento y usar nuestra creatividad de forma que tal enfrentamiento no acabe quebrándonos. El busilis de la cuestión radica en saber cuándo hay que seguir luchando y cuándo hay que abandonar.