sábado, 15 de octubre de 2011

Eternos aprendices

Supongo que llegará el día en el que finalmente cancelen Los Simpson. Es posible que en España ese hecho pase desapercibido, habida cuenta de las sempiternas emisiones de sus capítulos en Antena 3 (y ahora también Neox). Estoy convencido de que el día del Juicio Final se podrá oír de fondo la canción que abre cada capítulo.

Me sentí un poco identificado con Lisa cuando, en el episodio EABF11 (Perdonad Si Añoro El Cielo, S16E14), un director de documentales se mete con ella por la diversidad de sus intereses:
«- Lisa: Entre mis aficiones están la música, la ciencia, la justicia, los animales, la moral, los sentimientos...
- Director: O sea que te consideras una intelectual tipo buffet que picotea y picotea para llegar a ser una simple directora de biblioteca a los 38 años. [...] Lisa, me temo que eres una diletante. Elige un camino y síguelo.»
Imagen de teamstickergiant
Precisamente esa mañana había estado hablando con Invisible Kid sobre lo que implica querer aprender varias cosas muy distintas. Él se quejaba de que «al final, no eres un crack en nada». Su frase encierra ese lamento expresado por el refrán «aprendiz de todo, maestro de nada», que suele usarse en sentido peyorativo.

Ya he comentado el problema que supone actualmente la cantidad de conocimiento acumulado. Si quieres destacar, es necesario ser un especialista dentro de una especialidad, y cada vez hay más distancia entre las especialidades. Parece difícil poder completar las conocidas 10.000 horas necesarias para alcanzar la maestría en más de una cosa.

Como Lisa, a mí también me gusta picotear intelectualmente. Si pudiera pedirle un deseo al genio de la lámpara, sin duda sería el poder saberlo todo:
«[T]here’s an African folktale I think is relevant here. Once upon a time, there’s this tortoise who steals a gourd that contains all the knowledge of the world. He hangs it around his neck. When he comes to a tree trunk lying across road, he can’t climb over it because the gourd is in his way. He’s in such a hurry to get home, he smashes the gourd. And ever since, wisdom has been scattered across the world in tiny pieces. So, I want to try to gather all that wisdom and put it together.»
Desde mi punto de vista, ser aprendiz de todo tiene muchas ventajas. Es cierto que, a veces, no saber nada de algo es mejor que tener un conocimiento incompleto. Y sí, puede que diluyendo tu esfuerzo no pases de mediocre:
«One should waste as little effort as possible on improving areas of low competence. It takes far more energy and work to improve from incompetence to mediocrity than it takes to improve from first-rate to excellence.»
Pero, por muy bien que se te dé algo, es probable que haya un montón de personas que sean mejores que tú. Ser un experto no es ninguna panacea. Uno puede desperdiciar el propio talento siguiendo un camino improductivo, como la videncia o la homeopatía (Newton dedicó gran cantidad de tiempo al estudio de la Biblia y de la alquimia). Si tu trabajo pasa de moda, estás jodido. Es arriesgado jugárselo todo a una carta. Personalmente, no quiero ser uno de los que queman telares porque lo único que saben hacer es hilar manualmente el algodón.

Una de las ventajas más importantes que tiene la amplitud de intereses es poder enfocar los problemas con perspectivas muy diferentes. En ocasiones el error humano se debe a la aplicación de un remedio conocido a una situación no porque sea el adecuado, sino porque es la única forma de actuar que conocemos. Cuando uno solo tiene un martillo, todos los problemas le parecen clavos.

Y luego está el cerebro. Creo que muchos tratan a dicho órgano como tratan a sus móviles: tienen un cacharro capaz de hacer cantidad de cosas, con un montón de funciones, pero al final solo usan unas pocas, siempre las mismas. Cuanto más aprendemos más neuronas se activan y más conexiones entre ellas se establecen. Eso retrasa el envejecimiento mental y nos mantiene cognitivamente en forma. Cuida tu cerebro y tu cerebro cuidará de ti.

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