«Hay que poner en la portada el tratamiento, don y doña. Como son altos cargos son muy tiquismiquis con eso».
Por aquel entonces estaba empleado en una organización con una jerarquía vertical casi militar, en la que los subordinados deben lamerle el culo a sus superiores hasta dejárselo sin un solo pelito. Sus órdenes se acatan sin más, pueden saltarse las políticas de la organización cuando les venga en gana y pobre de aquel que ose hacerles un feo. Los altos cargos allí están prácticamente endiosados.
Durante un tiempo vi cada día a aquellos tontos del haba alborotados, removiendo cielo y tierra porque la conexión a Internet le iba lenta al señorito, y me acordaba de lo que contaba Atul Gawande sobre su experiencia en la India como médico de la OMS:
«El plan [...] consistía en [...] enviar a los trabajadores de puerta en puerta hasta vacunar a 4,2 millones de niños. En tres días. [...] En toda la India, una nación con mil millones de habitantes, la OMS emplea a doscientos cincuenta médicos para que se encarguen del seguimiento de la poliomelitis. [...] recorrí Karnataka en compañía de Pankaj Bhatnagar, pediatra de la OMS cuyo trabajo consistía en comprobar que la operación [de vacunación contra la poliomelitis en la India] se ejecutaba correctamente. [...] Teníamos un Toyota de alquiler de tracción integral y un chófer [...] que esperó hasta que llevábamos una hora conduciendo por una carretera llena de baches para decirnos que se había agotado la batería. Cada vez que se apagara el motor, nos dijo, tendríamos que ayudar a arrancar el coche a empujones.»Si tengo que llamar don a alguien será a Pankaj, y no a un tipo cuyo único cometido es transportar folios de reunión en reunión.
Tengo la impresión de que en el sector en el que trabajo, el de la seguridad IT, hay demasiada gente encantada de haberse conocido, enamorada de su propia voz. Son granos de egocentrismo formando una playa de narcisismo. Verlos reunidos es como mirar una jaula de monos -de esos con el culo pelado- que solo se sueltan el rabo para asegurarse de que el suyo es más grande que el de al lado.
La humildad no se estila mucho en Occidente, al parecer. Para Aristóteles equivalía a ser un pusilánime, por lo que se consideraba un defecto de la personalidad. Por contra, Confucio pensaba que la humildad era una característica propia de la virtud. Según la psicología actual nos vemos a nosotros mismos mejor de lo que somos, siempre por encima de la media (por ejemplo, en lo que a conducir se refiere). Dado que parecemos estar hechos para la soberbia creo que no nos viene mal que nos bajen los humos.
Eso no es muy difícil. ¿Eres director general? Me pregunto si has ascendido por lo bien que haces tu trabajo o solo porque llevas mil años en la empresa. Tal vez eres un trepa o un maquiavélico. ¿Que es porque eres muy bueno en tu trabajo? Somos ya 7.000 millones de personas, así que probablemente haya (mucha) gente mejor que tú. Incluso en lo más alto de la escala el número uno no siempre está claro. ¿Fue mejor Newton o Einstein? ¿Pelé o Di Stéfano? Pero supongamos que de verdad eres el hacker número uno. Mientras tú estás sentado calentito y a salvo en tu oficina Pankaj recorre como puede la India para salvar vidas. ¿Es lo que tú haces igual de significativo?
La profesión es solo una de las muchas facetas de la vida. Quizá seas Steve Jobs y hayas transformado el mundo, mejorándolo. Bueno, amigo Steve, hay muchas piezas más en el puzzle. ¿Eres justo? ¿Repartes el dinero que realmente te sobra entre los que lo necesitan más que tú? ¿Puedes controlar tus impulsos o te dejas llevar por tus apetencias o emociones? ¿Eres veraz? ¿Participas en la política? ¿Eres vegetariano? ¿Haces felices a todos los demás? ¿Eres perfecto? ¿Ayudas a los demás a serlo?
Mientras escribía esta diatriba me ha venido a la cabeza de forma recurrente la imagen de una persona en concreto, alguien que lleva una camiseta en la que pone «Fuck Google. Ask me!». Socio, deja de lamerte el cipote con esos sonoros lametazos. En realidad tú, yo y todos somos una nadería:
«Cierto que muchos hombres se tienen a sí mismos por necesarios, pero se engañan. Podrían muy bien no ser, y, probablemente, sin gran daño para el universo.»
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